Mar De Fondo: relatos
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sábado

Nadando en la memoria

“Que sea, en parte, perra huele a ti”



Estuve A Punto De... “Cardio” - Miguel Bosé

jueves


Inesperado. Me dijo lo que espero y me gusta, aún me suenan los ecos sobre las superficies, las cisuras y las esperas postergadas. Mis labios permanecen en el lugar en el cual los dejaron la última vez. Esperaba que las palabras volvieran a mí de otra manera y esta es la mejor: Una historia se escribe sola si existe. Nada espera por nadie.
Debería haber cantado Drexler de fondo mientras se despedía de mí el tedio de los días a fuerza de sudor y risas: confieso que me divertí sin melancolía y con resaca. El abrazo fue el mismo y no deja de sorprenderme como algunas cosas siempre se sienten igual a pesar del tiempo, las químicas funcionan a no ser que se desgasten por el uso y las largas esperas a veces tienen como recompensa un placer inesperado. Hay un tacto que no sabía que me gustaba, que poseía a pesar de esas caricias fracasadas que dí a destiempo a través de los años. No necesité contar quien soy, ni mostrar lo que hago, ni relatar victorias, ni dar a conocer vulnerabilidades; solo fui sin ser del todo y sin mucha sobreactuación

La gente cambia con los años digo yo, la gente en el fondo no cambia dice él y tenemos razón a pesar de todo, siempre tuvimos razones para ser quienes somos.
A esta altura de la soirée la fiesta terminó hace rato y preferimos la presencia de los mozos que la del resto de los invitados.
Fairly right fair.




Foto: The Party Is Over by Martin Stranka

Flores de Invierno



Julio parece no terminar nunca, quizás sea la demostración de esa subjetividad del tiempo, por proponerme aplazar demasiadas acciones para un agosto que parece seguir lejos. Es este deseo de que pase el que logra que lo perciba como algo interminable, extendido, permanente.

Julio no quiere irse y yo quiero dejar de pensar que estoy todavía en el. Abrir de nuevo las ventanas al perezoso sol primaveral; salir del ostracismo para volver al encierro de las palabras tibias, escépticas o ácidas; ventilar las ideas para poder cabalgarlas y domarlas; abandonar los guisos calóricos y los gratinados para volver a los tapeos en las veredas de Palermo.

Julio Frío Intenso de Cuarentena me sigue dando tiempo para pensar en mí, me mantiene al borde de la intensidad para dejarme mirar afuera desde adentro sin escapar ni buscar destierros.

Con tanto postergado, este limbo de hibernación se sostiene ribeteando las expectativas hasta que la obviedad indique: cuando agosto llegue julio habrá pasado.

viernes

Oráculo de viernes

Cada elección redistribuye las opciones.
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Pronto…antes que después, sentirá ese estremecimiento bajo la piel de sus brazos, quizás avance… subiendo bilateralmente hasta su nuca. Ese leve escalofrío le informará lo que todavía no quiere saber y aún así sabe… y podrá intuir. Tarde o temprano algo de miedo será inevitable. Tendrá la forma de una amenaza que puede todavía ser cortada de raíz, pero la certeza de la acción correcta se escurrirá entre las razones que se debaten entre deber y placer; entre pertenencias y deseos postergados; entre sueños olvidados y realidades tangibles, concretas, vividas. Es posible que posteriormente actúe coherentemente consigo mismo optando por la opción socialmente correcta. Puede ser que opte por un cambio radical, pero para eso debe enfrentarse a obstáculos, dificultades y miedos. Si el camino fácil o difícil hace a su felicidad será su elección.
Cuando tengas dudas pregúntate ¿Qué harías en su lugar?

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jueves

Humo denso

Cuando el aire se tornó raro, nos pareció inusual, pero creímos que sería algo pasajero, a lo sumo que duraría lo suficiente cómo para ser algo demasiado extraño, otra de esas cosas que son fuera de lo común a la rutinaria vida de una Capital. Prendimos los aireadores, aires acondicionados y filtros de aire suponiendo que eso mejoraría un poco la situación hasta que todo volviera a la normalidad. Con los días nos dimos cuenta que ya los filtros no filtraban, que todo el aire circundante estaba tan saturado de toxinas que no quedaba demasiado aire sin filtrar, algunos se preguntaban si la polución citadina ayudaba a qué el aire no terminara de limpiarse. En las calles cada noche había menos gente, y cada vez había menos visibilidad. Algunos se atrevieron a salir a la calle con barbijos descartables, pero no ayudaban demasiado. Las irritaciones de ojos y garganta llenaron los pasillos de las guardias de los hospitales públicos y privados, y cada vez más y más gente evitó, en lo posible, salir a la calle para no tener que soportar la comezón que el aire cargado y denso causaba. Los días siguieron pasando. Algunos se decidieron a protestar, pero eran una minoría, no eran un grupo lo suficientemente grande como para ser una preocupación nacional y obviamente el gobierno aducía, por los medios de comunicación, que no tenían responsabilidad directa sobre la dirección de los vientos que llevaban el humo sobre los barrios de la Capital. Algunas entidades ambientalistas levantaron protestas, y recordaron que la culpa de todo lo que sucedía era el resultado del poco interés que los gobiernos tuvieron sobre el cuidado del medio ambiente, sobre la polución que incrementaba la problemática, sobre la falta recursos otorgados a la prevención de incendios, a los hospitales públicos, a las campañas de concientización acerca de enfermedades respiratorias en niños menores…la lista era larga y razonable, pero no habían soluciones que nos volvieran a una normalidad a corto o mediano plazo.
Ahora la ciudad está casi vacía. Entrar a ella es a riesgo de la propia salud. Todavía hay mucho que hacer en ella, oficinas que no terminan de trasladarse, trámites que no terminan de hacerse, personas que aun no pudieron mudarse, gente que no tiene a dónde ir. Todos esos problemas que parecían imposibles de resolver para el gobierno local, los solucionó el humo denso. Al no haber habitantes, la gente que venía del conurbano a atenderse a los hospitales, a mendigar, a intentar trabajar se fue retirando de a lugares con aire más potable. El incendio dicen que cesó, pero la densa neblina sigue posada sobre parte de la ciudad y está metida en muchos rincones que aún no fueron ventilados y siguen abandonados; y nadie puede decir a ciencia cierta cuándo, cuándo se ve a despejar el aire.
A algunos sigue sin gustarnos vivir adentro, con los aires prendidos todo el tiempo, y mirar hacia fuera a través de los vidrios de las ventanas y ver un día entre nieblas, un sol que no calienta, una luna de aspecto hepatítico,... una ciudad borrosa. Por suerte no tenemos ahora aquella crisis energética, aunque por ser unos pocos los servicios son mucho más caros que antes de que el humo denso se metiera entre nosotros. No sé si estamos más encerrados que antes. Seguimos comunicándonos por Chat y conversando. Organizamos encuentros, pero no ya en restoranes o bares, sino el la casa de alguno, dónde cenamos y miramos películas por cable. Muchos de nosotros todavía tenemos actividades rentables varias, algunos independientes desde antes del humo denso, otros pueden manejarlas desde sus casas; pero está claro que si estamos todavía en la ciudad, es porque podemos, más allá de que queremos hacerlo. No se cuánto más va durar esto. No se si pueda acostumbrarme a vivir de esta manera por el resto de mí vida. Muchos ya me advierten que afuera está bien el aire, y que si puedo hacer lo que hago desde mi casa, bien puedo hacerlo desde cualquier lado dónde el aire sea menos insalubre. Si las entregas a domicilio comienzan a escasear, si cada vez más los costos de aquello que nos comunica con el exterior sigue en aumento, si se pone todo más denso… quizás entonces sea hora de ver la forma de salir y averiguar a dónde ir; y dejar que el humo denso se gane a la ciudad.
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Foto: Juan Obregón. El Obelisco, bajo un manto de humo. Perfil.com - 17 abril 2007

miércoles

Morriñas del futuro

...Te quedaste mirando para afuera justo antes de haber apagado todo para irte a dormir. Cierta paz exterior, con este reinante silencio, te causa la sensación de estar en presencia de una ausencia. Por un instante pensás, que al igual que vos, alguien en otra ventana silenciosa posa en la misma situación; y quizás no sea mala idea quedarse un rato así, intentando otear esto que se siente sin palabras y hasta quizás a alguna palabra de le de por decantar a modo de indicio. Tu mente se pregunta ¿Quién es? Sonreís y te sentís algo estúpido. Negás levemente con la cabeza y sonreís exhalando toscamente. Desciende tú mentón y tú mirada sube arqueándote las cejas, buscás ese horizonte afuera, esa quietud nocturna que posee algo atrayente, hipnótico. ¿A qué huele? A miles de cosas, ¿no? pero vos sabés que no es olor, no es aroma; emana a recuerdo de futuro. Inspirás de nuevo, te hinchás, retenés todo lo que te es posible ese aire en tu interior ¿Acaso importa si ese nombre tiene letras? Retardás ¿Acaso importa cuales son las letras de ese nombre? Solamente te queda la certeza de saber que preexiste, que consta y que es cuestión de tiempo para que el futuro arribe. Pero cuando llegue, te decís, cuando llegue… -sabré a qué sabe el aroma de su nombre.

lunes

De Raíz

Estoy luchando, así lo siento. Quizás sea hora de dejarme llevar. Alguien me recuerda que resistirse es lo que causa dolor, del emocional; del físico ya tengo hace rato, lo tengo de esa forma en que se llega a pensar que cuando cese, una cierta felicidad nacida del alivio tiene que instalarse. Así como en otros momentos se piensa en grandes logros que traerán felicidad, en momentos como estos el sólo cese de un pequeño dolor crónico puede serlo. Para ser coherente conmigo voy a decir que me siento sola y no que estoy sola, más bien me siento poco acompañada a pesar de la compañía; debe ser, infiero, que en realidad uno pretende ciertas compañías en ciertos casos y que los otros son más bien un decorado, algo parecido a tener la tele prendida para sentir que alguien habla en la habitación. Hasta a mí me suena cruel este pensamiento. Por el momento nada puede hacer que me mire al espejo y me sienta conforme y considerando que ya no lo estaba, esta inflamación en mi cara me causa una cierta angustia sin nombre, porque no tengo nadie que me diga que me quiere igual aunque tenga la cara como un globo. A mí me resulta graciosa la situación, porque quizás si estuviere ese alguien de quien quisiese escuchar esas palabras, estaría afirmando que sería mejor que nadie me dijera nada…quizás, tal vez, nunca lo sabré. Conozco exactamente este recoveco del laberinto que construí a mi alrededor, una vez más la Ariadna en mí se olvida de que tiene el hilo en la mano, se queja de lo que le pasa y el escucharse quejándose le causa agotamiento de sí misma que ayuda a no querer nada, a no desear, o a desear que todo sea lo contrario a lo que es ahora, y esa imposibilidad, esa consciencia de saber lo imposible se torna en contra con acusaciones cruzadas que no encuentran salida en ningún pensamiento lógico, porque la única solución es que esos pensares-sentires mueran en el intento de seguir desarrollándose.
Una vez pregunté ¿Cómo se mata algo que está muerto?, ahora pregunto ¿Cómo se mata un pensamiento?
Sentires infames cuya raíz son pensamientos que deben ser arrancados con la ayuda de un amor que no se tiene.




Las imágenes son del ilustrador Santiago Caruso.

viernes

Voz estival



Está bien, todavía estoy medio dormida y siento tus últimas palabras jamás dichas en mi oído. Me sonrío tontamente, como solo yo puedo hacerlo. Tu sonrisa complacida hace más dulces mis sueños. Termino de despertar y ya no me quedan ganas de soñarte, sino más bien de concretarte. Hago tiempo, hago un día entero de tiempo, y después hago de varios días una espera vanidosa. Yo te quiero a mí manera y lo sabés. Me quita el alma tener que especular. No sirvo para este tipo de cosas. Tomo carrera y decido apurar el trago amargo de una posible negativa por parte tuya. Vas a reírte eternamente de mí, como yo me río de mí, como suelo no reírme cuando me lo cuentan. Siento que mi sentido del humor se fue por la cloaca junto con la seguridad y las ganas de ser aceptada y amada. Los intelectos perspicaces afirman que en momentos como estos decimos “mentime que me gusta”. Las miradas sarcásticas se apoyan en la intelectual verdad que levanta el dedo como una forma de crítica constructiva, como una humorada, y no es más que bilis derramada, solapada verborrea apalabrada que no comprende que a veces menos es más; y que callar, otorga.
Yo estoy algo feliz queriéndote un poco. Pedime otra vez que me controle, pedime que me cuide. Reite de mis tonterías y seguí sin leer lo que escribo. Bajo tus pestañas de mirada oscura y oculta el mar se oscurece de asombro. Subí los hombros. Hace caso omiso a mis ataques de melodramatismo sin hacerme sentir inferior. Seguí con tus ironías vitales y dejá de decirme que me conforme con mi cuerpo, no…mejor eso no. Vos seguí. Seguí intentando convencerme que sos la mejor opción que yo pueda tener, eso es lo único que te mantiene vivo en mí, eso te hace único. Pueden decir que vivís mintiéndome, puedo llorar amargamente una noche de borrachera solitaria incriminándome por pertenecerte de esta manera momentánea. No solo la piel te hace parte de mi piel, está un tanto más allá de eso, no se cuanto más allá, no necesito saber. Esa es la diferencia: con vos, no necesito saber, no necesito entender. Definitivamente no te entiendo, pero vos sabelo: con un solo beso a tiempo todo se desvanece. Dejame un par de besos en la mesita de luz para tener por las noches, así no tengo que andar llamándote para decirte que te extraño un poco, mentir ansiedad, mentir urgencia, y darte el gusto, ese gusto que me hace sentir menos que más, que te hace sentir un poco más que menos. Dejame un gesto sincero que se parezcan a esos besos que siempre parece que me estás por dar, o dejame dormir para siempre.

jueves

Justo…




No, no te extrañaba como otras veces, pero me sorprendiste. No es común sorprenderme. Estas extrañando ¿a quién? Estoy al alcance de tu mano. Después de tanto tiempo ya no necesito negarme por cuestiones de vanidad. Me decís que me andás extrañando y yo te creo. ¿Qué más necesita un alma que ser necesitada por amor? Creo que por primera vez te digo que no, el tiempo pasa hasta para vos y yo, hasta para nosotros. Hace rato que elegiste no considerarme al tope de tu lista de prioridades, sólo fui yo quien no pudo verlo; ya sabés, el amor es ciego. Recuerdo haber considerado que no podría nunca amar a alguien como yo te amé a vos. Todavía te amo, no te equivoques, es sólo que ahora… no, no te reemplacé por alguien más, no sería ni justo ni inteligente. Es que ya no tengo esa necesidad de arrastrarme a tus pies porque considero que es tu amor la única forma de amor. Vos me otorgaste el aire suficiente como para que se me pase un poco la necesidad imperiosa de tu voz, de tu presencia.
Uno no deja de amar cuando el amor es real, pero se puede aprender. Aprender a cuidarse, aprender a querer a otras personas que te ven de ángulos diferentes, aunque no sean los esperados. Aprender. Se puede aprender, se puede desaprender, se pueden andar caminos, se puede desandarlos en la mente y volver a ciertos puntos donde uno aún poseía cierta capacidad de decidir y sumarle a eso el conocimiento actual. Siempre nos amaremos. Pero el amor –siempre supimos-, el amor es otra cosa.

viernes

Lo que viniste a buscar


Bosquejo a lápiz de Patricia Pascovich (*)


...Elucubra y besa. Extiende tierno sus besos en mi rostro avejentado de alcohol. Mi piel se torna seda. La noche se dilata con fecha de vencimiento. Estamos ciegos. Hermosa ceguera necesaria. Presiento su pupila. La oscuridad me impide apreciarlo en su belleza. Duerme. Habla. Despierta. Sucumbe a mis invitaciones. No quiero pensar los por qué. En su cuerpo, un dolor de amor asciende por el costado opuesto por el que yo desciendo lenta, ansiosa. Bello, fuerte. Nunca su amor puede ser una herida absurda, lo absurdo es todo lo demás que nos deja afuera al uno del otro. Sabe hacerse querer, no sabe cómo lo hace. Hay una cierta tranquilidad en medio de la vorágine, los cuerpos piden ciertos ritmos y la mente interfiere con apurones. Al fin, él insiste es que éstas deben ser las peores circunstancias. No le dije que eso significa que sólo puede mejorar. No sé si encontramos la excusa. No sé si era mí excusa y no la de él. Él teme a este texto. Desde siempre quiso saber como sería este texto.

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(*) Gracias a Patricia por confiar en mandarme sus dibujos. Pensé mucho en un texto para éste en particular, hasta que un día me di cuenta que ya estaba escrito desde antes de que ella me lo mandara.

sábado

Tribu




Pertenezco a una sub especie. Reconozco por olfato a mis iguales. No tenemos una profesión en común, ni siquiera todos los hábitos, tal vez algunas costumbres. Nos vemos a lo lejos, en medio de una clase; de una reunión; después de un par de frases en un Chat; al escuchar algunas frases en público; en algún escrito que emite una opinión…
Si todo sale bien nos arremolinamos, nos conjugamos y nos reímos. Solemos tener la misma política interna, (la política externa es formalidad vana, la máscara) y los actos de complicidad son un hecho inevitable. Hay un cierto erotismo que emana de nosotros, y que el resto intenta interpretar, y a veces sacan conclusiones que nos terminan resultando graciosas. Tenemos nuestras normas de respeto. Sabemos hasta donde llegar. Sabemos que el otro lo sabe. Nos guste o no, nos curtimos. Para el resto tenemos la piel gruesa, entre nosotros nos sabemos carne viva; protegidos ante alguien, que sabemos, no intenta hacernos daño, no intenta convencernos, no intenta venderse, no intenta conquistarnos, porque no hace falta…estamos enamorados los unos de los otros de la manera más sana que nos es posible. Y tocarnos es un ritual que deviene del amor al respeto (tocarse es una acto de íntima confianza) Somos la quintaesencia de lo físico bien entendido. No tenemos todo claro... eso está claro entre nosotros. Pero en la falta de claridad estamos de igual modo con el otro, cambiando de rol, adoptando una nueva forma, sin pena ni gloria, lo que no significa que no exista el dolor. No, el dolor no nos hace más fuertes. Intentamos no caer en el cinismo que proviene del pasado, aprendemos de él, pero todavía hacemos lo posible para que nadie pague los platos que otro rompió, hacemos lo posible para no terminar creyendo en generalidades como: “todos, todas… son lo mismo” Alguna parte en nosotros nos dice que si llegamos a ese punto logramos involucionar. Eso no significa que no aprendamos de la experiencia, intentamos cuidarnos mejor cada vez. ¿Será por eso que nos juntamos, nos encontramos?
El amor… ¿Es otra cosa?
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miércoles

Despertares...




Te soñé llorando. ¿Serás así cuando lloras?... ¿Entonces sí existía…? Me preguntabas entre lágrimas, con la voz ahogada. Y yo… no sabía que podrías reaccionar de ese modo. Quedé paralizada por un instante. Quizás fue la primera vez que te miré a los ojos y vi el fondo de tu mirada. El culpable de todo fue el roce ínfimo de mi labio un poco por detrás de tu lóbulo izquierdo. Me besaste para probar si era cierto lo que sentías.
Claro, todo fue un sueño.
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Gracias a [blanca]Nieves, alias labelladurmiente, por la música.

jueves

Él Inspirador




El sueño profundo me trajo a la luz desde la realidad del sueño: tus labios rozando los míos en medio de las penumbras de un cuarto que no reconozco del todo, y ya no importa. No es la primera vez que sucede. Te mueves con esa cierta lógica -que al final, en definitiva, definitivamente- no puedo terminar de predecir, porque te pertenece tanto como me es ajena. Asimismo permaneces de una forma solapada entre los intersticios, entre las cisuras de mi mente sin esconderte rigurosamente, sin demostrarte del todo; pero sí evadiéndome, sorteándome con esa lógica que te es única, subjetiva. Me asomo un poco, ¿pretendés que te siga? Barrunto.

...Olímpica, divina criatura algo histérica:
—No hay un tercero presente que termine el circuito que nos une… ¿entonces? pequeño polimorfo ¿Qué pretendés? Retienes algo que me pertenece en parte y no dejo ir algo que te satisfaría del todo. Nadie cede.
...La marea se retiene bajo el influjo de una luna que nunca termina de ser y estar llena. Tu espalda se apoya en la mía reposando de algo que no logro ver. Escucho el rumor de tu voz murmurar palabras que me causan sonrisas de complicidad, cierto erotismo se huele en el aire circundante. Estás con esa tranquilidad que quisiste tener desde que recuerdas, desde que me acuerdo. Giro, me enredo, me retuerzo en el intento de encontrar lo que mi palma busca -y sabés que estoy esperando encontrar-. Intentás que el sueño quede entre sábanas.
...Un instante antes de mirarnos de frente, bajo la cruenta luz del espejo del baño, sabés que te acompaño. Y sabés que estás solo acá, y que estoy sola allá. Queda claro cual es el límite entre fantasía y realidad ¿no?

domingo

Caricia







Y pensar que hace un tiempo… El destino ¿existirá?... ¿La predestinación…?
No fue la primera vez que te vi, tampoco la segunda, creo. Nunca supe cómo fue para vos, siempre te guardaste una parte de lo mejor, esa... que termino averiguando tirabuzón en mano…bueno... ya no tanto como antes: con el tiempo (_ah, el tiempo_) empezaste a confiar en que no te haría trizas ni me reiría de tus sentimientos -cómo si alguna vez eso hubiese sido posible-. Sé que me dejás el espacio que necesito, dejás que las cosas pasen… y a veces, me cuesta hacerte entender que en las cosas que “nos pasan” vos tenés todo el derecho a decidir como yo. A veces me parece que está bien, porque siempre hacés lo que deseás, y me pregunto si alguna cosa te quedó en el tintero y si no me di cuenta, o no te doy el caldo de cultivo necesario… lo que implicaría preguntarme si te conozco lo suficiente cómo para date ese espacio qué me das.
Comer, vestirse… son detalles menores. Los sociales a veces son un tema. El intelecto es la materia de la que parecen estar hechos los sueños ¿Qué soñás? Me gusta escucharte hablarme como al pasar, me hago un poco la distraída para que fluyas en tu propio relato, algunas veces me da la impresión de que si aparento ser sólo un testigo, te sentís más cómodo que si te presto toda la atención de la que soy capaz. Imagino que es porque te pone incómodo la idea de que puedo estar analizando cada palabra, destajando tu discurso a jirones, interpretando las intenciones detrás de las palabras. No puedo culparte… siempre fui yo la que creó los prejuicios que recaen sobre mí. _Y tenés esa manera de sonreíte… esa mirada amorosa: una visión tierna expresada en ciertas palabras, esos diminutivos que te salen del alma no pueden ser una postura, sino una forma de expresión de lo que te generan las cosas, porque las cosas te generan más de lo que demostrás, y es eso lo que te hace lo que sos frente a mis ojos. Ya no quiero torcerte el brazo, sé que me porto exigente, que le pongo puntos a las “ies”. Espero que eso, que te sirve de mí, no haga que te canses un día; sería cansarte de vos mismo, pero… nunca se sabe. Aparento un miedo, hoy, que no suelo tener cuando estás cerca. Sé que no tenés temores ahora, ni siquiera cuando desaparezco de tu campo de visión, y me gusta pensar que eso es mérito mío, que logré que te sientas seguro en ausencia y presencia. Y cuando sonreís el mundo se pone de cabeza. ¿Está tan mal amar el solo hecho de verte feliz? ¿Te sabés (reconocés) amado por mí?
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viernes

La puta literaria vs. La honestidad intelectual

- Córtale esto, sácale las palabras difíciles… esas que pusiste; a los lectores no les gusta andar con el diccionario en la mano cuando leen. Mucho menos ese encadenado de preposiciones incluidas, se hace difícil de leer, por más que la puntuación esté bien, una oración tan extensa… y ese comentario… ¿para que herir susceptibilidades?
Mi vista fija en el texto; y la de él, en mí. Si hago todo eso me convierto en una puta, en una reverenda puta literaria. Tal vez él tenga razón, seguramente la tiene… Eso no implica que tenga que someterme a la hipocresía del intelecto, no es grave más que para mí… pero no hay nada peor que acostumbrarse al mal. No está bien vender las ideas en pos de la comodidad de alguien más. ¿Qué pasaría si sólo tuviéramos que leer lo que fue escrito, de la manera en que fue escrito? Tendríamos que pensar un poco más, esforzarnos un poco más, interesarnos por saber, porque el grado de exigencia aumentaría. Definitivamente estoy de acuerdo con eso: no le tengo miedo a que un texto exija de mí lo que todavía no puedo darle. Eso pasa también con las personas, a veces uno sabe que no está a la altura de alguien, y sin embargo, con los textos uno siempre puede retornar a ellos en algún otro instante de la vida; los textos, el arte, la música, permanecen igual, pero con las personas no pasa eso… porque cuando seamos futuro, y hayamos cambiado, seguramente el otro también cambió para entonces. Entonces… Termino haciendo lo que la mayoría (ampararse en la idea de mayoría, para justificar una acción, siempre me dio un sabor amargo en la boca): Intento negociar. Ya no soy un escritor, parezco periodista. Entiéndase, no me gusta ni me disgusta, las realidades son cómo son, pero no es mi ideal ser otra cosa que no sea escritor. Decidir donde uno mejor encaja es parte de conocerse. Si tengo problemas con la autoridad ¿Para qué hacerme policía, no? Claro, hay que comer, no se vive del aire, las cuentas hay que pagarlas, etc. Pero llegué hasta acá liberándome de toda atadura posible, relegando algunas cosas, haciéndole frente a la soledad, construyendo el mundo a mi alrededor para que las circunstancias no sean las que me hagan tomar decisiones como estas, sino para no tener excusas a la hora de decidir sobre mis ideas; para que ahora me diga que “puta literaria” es una exageración de mi parte. Y que sentirme una actriz que para lograr un papel tiene que mirar demasiado de cerca la cremallera del pantalón de un productor, no es una comparación válida. Lo siento cariño, mi mente funciona con ese tipo de metáforas. Las palabras se quedan. Puedo cambiar de género, puedo acortar el texto, hacerlo más conciso, menos ambiguo, poner las tildes y las comas donde corresponde (que para eso está el corrector), intentar una “gramática más normativa”, aceptar que algunos términos pueden cambiarse por otros cuya significación sea más exacta (se agradecen ese tipo de comentarios), pero “bajarle el grado de dificultad” (?)... ¿“evitar decir”? Me niego a ser prostituida.
Ahora me vienen a la mente las palabras de un periodista de investigación (hombre serio, si los hay): “Un hombre que no dice lo que siente, es poco hombre”, el mismo que me decía con una sonrisa:
-¿A vos no te caen muy bien mis colegas, no?... Ahora te respondo:
-Puede ser, pero vos siempre me caíste bien. Debe ser que tenés poco de “puta literaria” en la vida, aunque en la letra… vivís negociando tus ideas. Pero como con vos vivo y no tengo que leerte (como jamás vos te dignaste a leerme, gracias a Dios) nunca fue un inconveniente lo que hagas con tus escritos.


“La mayoría de la gente con la que convivo no lee lo que escribo,
la mayoría de la gente que lee lo que escribo cree conocerme…
soy ambas cosas y ninguna.
El todo es más que la suma de las partes.”
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miércoles

Dulce melancolía



Las palabras buscan, en los intersticios, a la nada de la noche que cae; el olvido despeña. Ningún recuerdo fenece lo suficiente ni remonta vuelo. Un cadáver semi exquisito de espacio y de tiempo –devenido más de la voluntad que del deseo- discurre; medita; sopesa; soslaya la sombra infinita, que recorre la luz hasta el meandro del día sin recorrer. Las puertas se abren a antesalas vacías, llenas de contenido metafórico y las danzas, de dúos de palabras, mueven pies de plomo, sin dejar huella visible, sólo esencia de polvo de pisadas; como las motas flotan al rayo solar; como indicios de presencias pretéritas. Un dulzor de sonrisa tristona se asoma al sonido del jazz de la tarde, la sonrisa (que se sabe mohín) no distingue si pertenece, si incumbe al sentimiento en sí; o si es el fruto de recuperar lo sentido y dado por perdido hace ya tanto… parece tanto… Entonces ¿ya eres parte de mi, o qué? Le preguntan los ojos al vacío, con el mentón relajado en los dorsos de las manos entrelazadas. El agua se hirvió como para quemar las hebras, pero el té de rosas huele a paraíso perdido, a consuelo de perfume, al silencio que imagina la voz que no se hace eco, y causa esta morriña del territorio inexplorado y este reconcomio que busca ser recíproco.

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sábado

El mundo como un pañuelo de seda.



Una grafía en tinta china sobre la piel perdura más.
Tenue al contacto, el reflejo puede quebrarse por un soplo.
Un instante incierto vive esta la luz que precede a la luna, resol del fuego primordial que nombra distancias siderales en años luz.

Mortecina, pálidos tornará los objetos, indicando el sendero que eleva la vista hasta mirarla sin lastimarse los ojos. Es su idea en las aguas lo que el cuerpo intenta atrapar, y con el cuerpo el espejo se quiebra en ondulaciones de pensamiento erráticos.

La barca, cual nenúfar, permite el reposo, capullo donde abandonar el cuerpo anterior. De ella nace la mirada, que inconsciente se eleva volando, trazando la ruta que abandona palabras, ideas, sonidos…y solo escucha.


Reflotado del 10 de noviembre de 2006
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martes

Svadharma




Desde el día que naciste, estaba claro que ibas a ser bello el resto de tus días. No importaba nada sobre tu alma, tu belleza te precedió, y con los años aprendiste a desear ser joven cuanto era posible; y si no lo era, entonces aparentarlo; y si no, desear no envejecer. Eso ya fue una demostración de tu sometimiento a la belleza que te devolvían, que te devolvíamos. Siempre hubo un atisbo de tristeza en tus ojos, como si nunca dejaras de estar triste, con esos ojos verdecielo, esa claridad en la mirada, cuasi inocencia frágil. Recalaste en los mismos errores hasta que una pared se te cayó en medio de la nuca y te nació un hijo. Te cambió la vida en parte, y tu mirada nunca dejó de tener esa tristeza verdosa, de charco, de musguito aferrándose a lo que le era posible. Nunca dejé de pensar que podías más que ese entorno gris, chato, atrasado en tiempo y espacio que se te subió siempre a la yugular. Sí, yo ya sé que los querés, nadie lo niega. Intentaste de alguna manera sacarte, sacudirte los lastres que te habían impuesto, hasta tal vez, esos que yo te endilgué sin notarlo siquiera. Creciste para cualquier lado, sin tutor ni encargado, y ayudaste a tu brote a tener esa guía amorosa que no se te dio. Ese brotecito que te mira desde abajo como si estuviera de frente, y te aferras a él apretando fuerte como si se te fuera a escapar, como el resto de las cosas que se te escurrieron un día. Y no querés creer ya que hay algo más, o alguien más, porque conviniste contrato con vos mismo y firmaste. Nada puede, ni debería ser más importante que tu brotecito que tiene ese gesto que mamá dice que hacías cuando tenías su edad. Entonces salís a la calle a decirnos a todos que tu ser está completo, y nosotros te queremos, y te escuchamos y nos permitimos dudar. Entonces ella (cualquiera) aparece en escena, y estás otra vez en las alas de ese amor que soñaste, y todos somos felices, y nos permitamos dudar…
Y recordamos que desde el día que naciste, todos decían lo hermoso que eras desde la punta de tu nariz, hasta el fondo de tus ojos, pasando por la trompa rosada que formaban tus labios, y nos preguntamos los por qué, que fue lo que hizo que no encontraras el camino que estaba tan claro delante tuyo desde el día que naciste.

domingo

Bitácora (respuesta terrestre)

Justo cae el primer día de primavera un domingo: !A la calle! No me refiero al solsticio formal, sino a ese cambio de clima que se percibe oteando un poco, que eso coincida con el segundo día de septiembre, es otra cosa. Me fui a bajar el desayuno-almuerzo, siguiendo…bueno, siguiendo mis pasos. ¿Qué me habían preguntado?...

Navegué hasta las vías, sobre lo que el mp3 le decía a mis oidos. Este pequeño lugar de juegos que está cerrado al punto del abandono,

el año pasado saqué fotos con este lugar lleno de gente, de ruidos, de gritos infantiles.
Crucé las vías.

Las plazas siempre son buen lugar para fotos, mucha gente, muchas situaciones, mucho movimiento: En la vereda de enfrente una mujer descansa de pasear a su cocker dorado.

Antes de la esquina crucé el empedrado en diagonal y giré sobre mis talones

Todos los barcitos sobre la calle, con las mesas llenas de meriendas. Si reduzco el paso, él lo reduce, si acelero, acelera, ¿querrá mi cámara? Caigo en que estoy en el mundo.
Crucé las mismas vías. Un Lugar habitual, cómo no sacarle foto a Matias?

Me trae recuerdos de otros bares, de otros países; y se puede consumir casi cualquier cosa deseada por al paladar, a cualquier hora. También trae otras memorias, menos melancólicas.
Después, la cruel realidad; a metros, un tipejo de la tele le habla a los gritos al que maneja una cupé Mercedes blanca que raja la tierra. Todo me recuerda a la vuelta al perro de las plazas de un pueblo de provincia, pero claro, con otro estilo. Me meto en la plaza enrejada al costado de la via.

Escasos metros separan una paza de otra y aquí el silencio reina, la tranquilad…

Del hombre a un gato negro de increíbles ojos

De un gato a otro gato…

A otro gato…

Y de ahí a “Un pasaje hasta ahí”, hasta ahí nomás, porque está cerrado, sucio, abandonado a las hojas y papales que se le meten por la reja.

Salgo, y sigo la ruta de Echeverría, el tipo del Mercedes también se va, mientras el otro le grita no se qué, es ese que decía: “billetera mata galan?”…¿Cómo se llamaba el coso este? No importa. Cruzo la avenida y veo mi primer edificio favorito, rodeado de jardines, con las azaleas en flor, de los 50, enredaderas en las columnas de entrada y las paredes. No más fotos, ya tengo. En la esquina, otro edificio. Vidal y Echeverria. Ya también le saqué muchas fotos. Sigo donde me lleva... la vista.

Sigo, Cruzo la avenida. Otra vez estoy acá. Mi punto de recalada ¿Otra foto a la redonda? Siempre son pocas.
Pero el pesonaje vale la pena, copadísimo el hombre con su música.

Y la gente toma sol en el solar del juramento.

Ya estoy deseando un café y sentarme a leer, tengo la mochila llena de posibilidades, no la cargo, no la arrastro, no es lastre. Lástima las mesas tan chiquitas, y el café tan caro. Me meto en Yenny, el bar del primer piso está lleno y descubro una sección dedicada a diccionarios. Portugués-español por 16 $. Cruzo otra vez la avenida, caigo por Juramento. El Baviera siempre es un buen punto si hay mesas en la vereda. No. Vamos a ver si me dan ganas de sentarme en alguno de los dos bares de Vidal al sol.

Decido seguir, sigo la vereda del sol…sigo una mesa donde el último sol de la tarde me deje abrir una lectura y un café. Paso frente al Badalona, está a la sombra. Me decido a ir hasta La Mirage, tiene mesas que no están sobre la avenida ni sobre el cordón de la vereda. Está cerrado, y el sol cae, y de acá a la parrilla detrás de El Poli (polideportivo) estoy a 5 cuadras, no será café, serán más fotos.



Le doy una última oportunidad a mi sombra y me voy volviendo para casa, a ver si en Keanu…
nop, están con el partido, y en los dos de la esquina de casa también…
!Claro! domingo-partido de fobal, y para colmo juega boca, estoy perdida.
No es nada, pero intentar leer Sáncrito, Bataille, Ateología de Onfray, y hasta esa maldita novela de Saramago que ando cargando de acá para allá...tengo dos National, creo que con un relator acelerado ni siquiera puedo con una revista. Que remedio…Termino con la mejor vista de un atardecer: esa que tengo todos los días. Imagino que salí a buscar algo que ya tenía, pero volví con más imágenes en la retina y más relatos imaginarios.
¿Como era eso que me habían preguntado?
Ah! Sí… ¿Para que navegás?
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lunes

Lunedí de Selene

“Ya tarde, me levanté pensando en quemar el borde de mis pies bajo la mortecina luz que se expande lujuriosa sobre las lozas entre el raro césped; susurra al arrullo de los árboles; y define las largas sombras.
Ese bulto que siempre se mueve lógicamente, me evita.
Un escalofrió sube por mi espalda y se acurruca en el hueco entre la nuca y los hombros encogidos. Abrazo mis rodillas. Siento y veo un hilo azul deslizándose por mi mano, pálida.
Un hilo de calor gotea de mi cien derecha.
En la falta de color, intento distinguir las formas, y mis ojos cansados.
Los párpados pesan terriblemente.
No quiero darme por vencida.“

Fragmentos de “La luna Fría” Marcela Viora



Incólume, a pesar de estar nublada, arrastra la vista hacia un cielo de estrellas heladas. Impera, casi odiosa, sin quien le haga sombra en la oscuridad absoluta. Arrebata la imaginación, imanando hacia sí un poder estertóreo. Ella, recóndita, influye en la mareas, en los partos, y obligó a pueblos enteros a contar los días según sus fases; a que hombres se conviertan en…, que mujeres corran como…

Logró que todo poeta le dedique algo… Y que los humanos inventen a los astronautas.

En los olvidados ritos matriarcales, es celebrada como artífice posible de la fertilidad.

Omnipresente a pesar del sol, re-presenta una cara, la otra cara de la misma moneda.
Impávida, su mortecina luz, recrea sombras sin color en la acogedora oscuridad que lo permite todo.
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