Mar De Fondo: Caricia

domingo

Caricia







Y pensar que hace un tiempo… El destino ¿existirá?... ¿La predestinación…?
No fue la primera vez que te vi, tampoco la segunda, creo. Nunca supe cómo fue para vos, siempre te guardaste una parte de lo mejor, esa... que termino averiguando tirabuzón en mano…bueno... ya no tanto como antes: con el tiempo (_ah, el tiempo_) empezaste a confiar en que no te haría trizas ni me reiría de tus sentimientos -cómo si alguna vez eso hubiese sido posible-. Sé que me dejás el espacio que necesito, dejás que las cosas pasen… y a veces, me cuesta hacerte entender que en las cosas que “nos pasan” vos tenés todo el derecho a decidir como yo. A veces me parece que está bien, porque siempre hacés lo que deseás, y me pregunto si alguna cosa te quedó en el tintero y si no me di cuenta, o no te doy el caldo de cultivo necesario… lo que implicaría preguntarme si te conozco lo suficiente cómo para date ese espacio qué me das.
Comer, vestirse… son detalles menores. Los sociales a veces son un tema. El intelecto es la materia de la que parecen estar hechos los sueños ¿Qué soñás? Me gusta escucharte hablarme como al pasar, me hago un poco la distraída para que fluyas en tu propio relato, algunas veces me da la impresión de que si aparento ser sólo un testigo, te sentís más cómodo que si te presto toda la atención de la que soy capaz. Imagino que es porque te pone incómodo la idea de que puedo estar analizando cada palabra, destajando tu discurso a jirones, interpretando las intenciones detrás de las palabras. No puedo culparte… siempre fui yo la que creó los prejuicios que recaen sobre mí. _Y tenés esa manera de sonreíte… esa mirada amorosa: una visión tierna expresada en ciertas palabras, esos diminutivos que te salen del alma no pueden ser una postura, sino una forma de expresión de lo que te generan las cosas, porque las cosas te generan más de lo que demostrás, y es eso lo que te hace lo que sos frente a mis ojos. Ya no quiero torcerte el brazo, sé que me porto exigente, que le pongo puntos a las “ies”. Espero que eso, que te sirve de mí, no haga que te canses un día; sería cansarte de vos mismo, pero… nunca se sabe. Aparento un miedo, hoy, que no suelo tener cuando estás cerca. Sé que no tenés temores ahora, ni siquiera cuando desaparezco de tu campo de visión, y me gusta pensar que eso es mérito mío, que logré que te sientas seguro en ausencia y presencia. Y cuando sonreís el mundo se pone de cabeza. ¿Está tan mal amar el solo hecho de verte feliz? ¿Te sabés (reconocés) amado por mí?
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