Mar De Fondo: cuentos
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miércoles

Los argentinos somos así. ¿O no?

Ana María Shua, Historias Verdaderas, Ed. Sudamericana (2004)


En 1960 nació en la Argentina la televisión privada, con Canal 9. Uno de los primeros programas, con Ángel Magaña, se llamaba “los argentinos somos así. ¿O no?”. Fue tan exitoso que la frase quedó incorporada al lenguaje de esa generación. ¿Cómo somos los argentinos? Una de nuestras características, que no ha cambiado en los últimos cuarenta años, es, justamente, la frecuencia y la intensidad con la que nos hacemos esta pregunta a nosotros mismos, y a los pobres extranjeros que nos visitan, y que no siempre están pensando en ese tema que tanto nos apasiona.
Para no ser menos, hoy interrogo a mi amigo Branko.
Branko se fue de un país que ya no existe. Cuando llegó a la Argentina, era yugoeslavo. Ahora es serbio. Lo conocí a principios de los noventa y siempre me llamó la atención lo familiar que me resultaba, la identidad de códigos, su forma de extrañar los cafecitos de Belgrado con nostalgia tanguera, su estilo de varón balcánico tan parecido a los muchachos de la esquina.
-¿Qué te llamó la atención, qué encontraste de especial en la Argentina, en los argentinos, cuando viniste a vivir aquí?- le pregunto.
-La primera sensación fue la de haber llegado a un país exagerado. Sobre todo para mirarse a sí mismo. Los argentinos no se andan con medias tintas –me dice Branko, en cu correctísimo español con fuerte acento eslavo-.O se consideran a sí mismos los mejores del mundo, o los peores, nada de ser más o menos como todos. Es un país de narcisistas, obsesionados consigo mismos y con el reflejo de su imagen en los otros. A un extranjero nunca se le pregunta por su país, por sus costumbres, por sus diferencias: lo que les interesa a los argentinos es”¿Qué piensan de nosotros? ¿Cómo nos ven?” ¡Es difícil hacerles entender que los habitantes del resto del mundo no pasan la mayor parte de su tiempo pensando la Argentina!
-Branko, tenés razón, por eso mismo creo que esta nota les va a interesar mucho a mis lectores.
-Éste es un país que ha vivido muy aislado, encerrado en sí mismo durante muchos años. Muchos argentinos se creen cosmopolitas porque tienen un bisabuelo ruso, o un abuelo italiano. Se inventan un mundo que creen conocer y así más de uno se imagina, por ejemplos, que los recuerdos del nono le alcanzan para entender la Italia de hoy.,
-Bueno, también tendremos alguna cualidad…
-¡Muchísimas! Por algo estoy viviendo aquí desde hace tantos años. Los argentinos tienen un grave problema de autoestima: son mejores de lo que ellos mismos se imaginan. Son bondadosos y excelentes amigos, entre otras cosas, gente abierta y generosa con una extraña fascinación por hacer cola. Donde hay tres argentinos, se miran unos a otros y enseguida se ponen en fila. Cuando estoy en un aeropuerto extranjero y tengo que buscar el gate para embarcarme a Buenos Aires, ni siquiera me fijo en el número: donde hay una cola, allá voy. Jamás me equivoqué.
-¿Te resultábamos raros al principio?
-No, al contrario, siempre me sentí cómodo aquí. Pero cuando empecé a hablar con la gente, me di cuenta de que los argentinos tienen el surrealismo incorporado a la vida cotidiana. Nadie tiene trabajo, todos tienen proyectos, no hablan de sí mismos como si fueran gente real, sino como si fueran personajes, protagonistas de sus propias ficciones.
“La mayor parte de los argentinos cree que están aquí de paso, siempre fantasean con vivir en otro lado: en realidad están fuertemente arraigados a su suelo, pero no lo saben. Es casi cómico escucharlos hablar de su falta de identidad, cuando lo cierto es que un argentino en el extranjero se reconoce a muchos metros de distancia. También me llama la atención la forma en que todos hablan siempre de los argentinos en tercera persona. Siempre “Los argentinos son”. Es muy raro que alguien diga “Nosotros somos”.
-¿Y qué te gusta del país?
-¡Ah, tantas cosas! Por ejemplo, para un europeo este es un país virgen, donde todo está por hacer. Con bosques, con grandes extensiones de terreno vacío… es casi como Europa en el siglo XV. Hay tantas experiencias que todavía no se han hecho… Por ejemplo, me resulta increíble la manera artesanal en que se fundó Villa Gesell en pleno siglo XX. Mirá, en 1993, como periodista, entrevisté a un alto funcionario de la Secretaría de Minería. El hombre me confesó que no tenían mapa geológico ¡del ochenta y tres por ciento del territorio nacional! “Pero qué importa” me dijo: “Somos un país ganadero. Aquí, todo lo que vale la pena, está arriba de la tierra. ¡Para qué vamos a andar excavando!” Sin embargo, a alguien se le ocurrió que teniendo la frontera a quince kilómetros de la mina de cobre más grande del mundo, quizás había algo también de este lado. Y de hecho en los cinco o seis años siguientes se inventaron y se desarrollaron los grandes proyectos mineros internacionales de San Juan y Catamarca. ¡Y el boom turístico! Una posibilidad que recién ahora está descubriendo. Como te decía, todo está por hacer aquí, y eso es fascinante.
-¿Y qué pensás de nuestras comidas?
-Más que de las comidas, me gustaría hablarte del paladar terriblemente conservador del argentino: asado, milanesa, pollo al horno, ensalada, papas fritas. En Bahía, la ciudad brasilera, me encontré con grupos de argentinos deambulando por Pelourinho buscando desesperadamente dónde comer un pollito a la brasa. La cocina bahiense no les provocaba la menor curiosidad.
-¿Y en qué otras áreas también somos conservadores?
-Lo más típico de los argentinos, Ani, es su enorme sensibilidad y una capacidad creativa que los pone por encima de los estándares internacionales. Por algo en el mundo hay tantos argentinos ocupando altos puestos en los que se requiere creatividad. Tal vez esa sensibilidad extrema explicaría el gran desarrollo de la psicología clínica, esa obsesión por el psicoanálisis que Buenos Aires comparte solamente con Nueva York.
-Pero no negarás que somos muy indisciplinados…
-¡Claro que lo niego! No son más indisciplinados que la mayoría de los habitantes de este mundo. Tampoco son suizos, por suerte. Los argentinos no son fundamentalistas en cuanto a las reglas del juego, saben hacer excepciones, son flexibles y eso no es un defecto sino una virtud.
-¿Y qué pensás de nuestra forma de vestir?
-En los hombres, tan tradicional como el paladar. Es curioso, porque no se visten como latinoamericanos, sino como noruegos. Las telas son tan gruesas… Cuando necesito un traje fresco de verano, tengo que ir a comprarlo a Brasil. En pleno verano con más de treinta grados, usan zapatos gruesos y cerrados, con suela de goma. ¡Y los colores! Parecen sepultureros. A lo más que se animan cuando están de sport es a una camisita celeste. La moda de las mujeres creo que está cambiando para bien. Cuando llegué, hace unos catorce años, todas se vestían con un par de talles menos del que necesitaban.
-Branko, por favor, al bueno para terminar, que nos hace tanta falta…
-El buen teatro, por ejemplo. Producto de la imaginación, la expresividad, la inteligencia y el sentido del humor de los argentinos.

***




Luz sobre el filo

El sol seguirá moviéndose, expandiéndose,
hasta subir por la pared blanca,
dibu­jando en pálidos naranjas el ventanal,
hasta desvanecerse con el día.



__A mi espalda la tenue claridad. Desciendo; despierto. Mientras distingo sabores atávicos, comienzo a sopesar si esto es romántico. Tú mirada verdosa espera, busca. Somnolienta, sólo veo relie­ves, acariciados por el soplo de luz que se filtra entre las hendi­jas de la persiana de madera. Creo que anoche llovió. Te incorporo a esa fisura entre abandonar la calidez del sueño y las frías sábanas ¿Estás vestido? ¿Qué te espera hoy? Podría hacer que la culpa te corra más allá de la puerta del departamento, preguntándote: Qué es más importante que yo. No ese sentimiento con el que te quiero ver venir. Podés echarme la culpa por llegar tarde.
__Al borde de la cama, veo tu delgadez emerger con el vapor del baño. Mientras intentás volver a vestirte; huelo tu ondulado cabe­llo. Mis palmas en tus anchas sienes recorren los pómulos; las mejillas hundidas, el mentón alargado hasta el hoyuelo. Definitivamente, esos pelos, que llamás barba, necesitan un recorte urgente. Te reís. Es sábado. Esta tarde te sometés o me aguantás.

__
...Allá abajo, los patios de las casas vecinas lucen desolados. El sol, después de las diecisiete, se expande oblicuo sobre las claras cerámicas rústicas del balcón. El verde de las decenas de plantas se torna iridiscente. El aroma a piedras sobre la tierra húmeda de las macetas marrones se mete al living. Detrás del vidrio, al filo del ventanal, Adrián está sentado en la silla de roble; el respaldo le llega a la nuca. El calor otoñal avanza sobre el parquet que retiene el sol y sube por sus piernas flacas hasta la cintura. Sus manos de dedos largos, sobre el jean negro y sobre la re­mera celeste de al­godón; una toalla inmaculada hace de improvisada bata de peluquería. No aparenta ansie­dad. Estático, sigue los movimientos de Ema por la casa. Escucha los ruidos de la co­cina. Deja caer la cabeza hacia atrás. A su derecha; ve en el piano y los muebles de roble cómo la madera se intensifica, brilla en las partes donde les da el sol. Los dos sillones de cuerina; el jacquard de las sillas, de los almohadones, del mantel y las cortinas en diferentes texturas de tonos crudos. El tacto es importante para ella, Adrián lo sabe bien y sonríe pensándolo. Todos esos pequeños objetos distribuidos sin abrumar la vista, respetando su privada combi­na­ción de tamaño, material o color. La habitación no llegar a ser artificiosa como la vidriera de un bazar moder­no.

__La ve cruzar descalza el espacio entre el comedor y el living; hacia las habitaciones; al baño, más sonidos de cajones y puertas. Él sabe bien que está buscando “esas” tijeras, y aunque supone dónde pueden estar, solo sonríe viéndola entrar en una especie de graciosa deses­peración. Ema cruza hacia la cocina. Lo ve mirando de costado. Se detie­ne, inclina la cabeza y le sonríe
__–Ya estamos- le revela
__-OK- contesta Adrián. -Tomate tu tiempo- piensa.

__Ema vuelve entusiasmada. Trae consigo todas las tijeras de la casa. La del costurero, la de la cocina, las de manicura… Las apoya sobre el sillón contiguo. Parada, de frente; pasa las piernas sobre el muslo derecho de él y se sienta. Le apoya las manos en las mejillas, le acari­cia las orejas y le tira el cabe­llo hacia atrás. Frunce los labios, dudando.
__-No me vas a decir que te vas a meter con mi pelo- aclara Adrián
__-Ganas no me faltan, pero que se encargue alguien que sepa-.
__Ema toquetea los bellos de la barba, se inclina sobre el sillón y toma una ti­je­ra pequeña de punta larga y fina. Adrián cierra los ojos. Ema sonríe de costado, y se acerca con la tije­ra al mentón. Nota que él está reteniendo la respiración. Le besa el cachete –Relajate, querés, es solo pelo-. Adrián vuelve a respirar, intenta acomodarse con el peso de ella encima.

__Primer corte. Él siente ese inconfundible sonido del filo cercenando cabello.
__-Recibí un llamado- menciona Ema, como al descuido.
__Segundo corte. Empareja algunos milímetros de un grupo de bellos oscuros que asoman. Adrián sabe que es metódica con lo manual. Va a tomarse todo el tiempo.
__-Era una mujer, que me preguntó por vos- explica Ema con la vista metida en el mentón de Adrián, sin dejar de cortar.
__-Le dije que te llame al celular, dijo que lo tenías apagado. Le pregunté si era urgente; me dijo que no, pero que era importante. Le dije si quería dejar mensaje, dijo: no. Y cuando le pregunté el nombre… hizo una pausa y cortó-
__Ella vio como él tragaba saliva. La nuez le subió y bajó rápidamente.
__-¿Quién es?- preguntó Ema
__-No sé…- susurró él, intentando no mover mucho la boca.
__-Después te llamé. Y sí, tenías el celular apagado. Llamé al trabajo y no te ubicaron.
__Ema se aleja para admirar su obra. Ladea la cabeza. Ahora, a barba luce más uniforme.

__Adrián sabe que está indagando ¿Qué debería decir? Está claro que desconfía. La ver­dad ya no es importante. No importa lo que diga; ni cómo lo diga. La mira, intenta verla. Recorre su cara. A contraluz, el rostro es un ovalo irregular y el atado cabello castaño tiene destellos rojizos. La frente amplia. Las pestañas largas bajan y suben cubriendo sus ojos marrón claro. En la pequeña nariz, los orifi­cios ovales se ensanchan; las demarcadas aletas suben; los surcos alrededor de la boca se estiran. Labios gruesos sin pintar, fruncidos. El mentón algo encogido y ese gesto de trompa… Se ve graciosa. Como siempre, luce decidida. La sabe extremadamente serena, como súbitamente apasionada. _¿Cual de las dos corta la barba?
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lunes

La Casa de Las Margheritta - (Fragmento)



UNA SEMANA ANTES

La clase no había salido del todo bien a su entender, los alumnos parecían cansados de analizar el mismo texto y compararlo con cada lectura nueva, y se notaba. Ferni entro a la casa pensando en retocar un poco el contenido de la próxima clase.
Cuando puso la llave en la puerta se acordó que Chucho le había dicho que intentaría dormirse temprano, el cansancio de los últimos días se le notaba. Un día antes había firmado su último cuadro y eso le daba un impás a su alma, y aganas de hornear panes, hasta que se sentara otra vez en su banqueta frente al lienzo en blanco, estático hasta la primera pincelada.
Ferni pensaba que en los años que lo conocía, nunca lo había visto tan agotado, a veces le daba la impresión que se arrastraba por la casa, había subido bastante de peso, y no dejaba de fumar y tomar tinto. Igual conservaba esa risa sonora, solo que ahora se apagaba con mas rapidez.

La casa estaba a obscuras. Con hambre, Ferni entro en la cocina y encendió la luz. Sobre la mesa: la botella de Cabernet y un vaso a medio tomar. Sobre la tabla de madera: fiambres, quesos, aceitunas negras, los frascos de vidrio con conservas que la mamá de Chucho le mandaba una vez al mes: berenjenas en aceite y especias, morrones al ajo, tomates secos en oliva y laurel, y esos huevos de codorniz con aroma ahumado, que nadie sabía muy bien como preparaba. Sobre un linzo blanqúisimo: la enorme hogaza redonda de pan casero cortada con el largo cuchillo de serrucho. Servilletas de tela manchada.

Comió algo, cerró los frascos y guardo el fiambre en la heladera, protestando por lo bajo por esa costumbre que tenia Chucho de dejar las cosas fuera de la heladera. Siempre contaba con que él llegaría en algún momento y terminaría de ordenar. -Un día de estos no voy a venir a dormir y al otro día vas a tener que tirar a la basura tu comida favorita-, pensó Ferni mientras subía las escaleras.

La puerta de la habitación de Chucho estaba entreabierta. La luz prendida. ¿Estará todavía despierto? Se detuvo un segundo. Silencio total. ¿Se durmió con la luz prendida? Asomó los ojos y la nariz por la puerta. Nadie sobre la cama. ¿Dónde está? Abrió la puerta. Se quedó con la mano en le picaporte. Susurró: “Chucho?”. Dio un paso dentro de la habitación. El cuerpo le tembló un poco. Llamó otra vez: “Chucho?”. Frunció el seño. Al otro lado de la habitación la puerta del baño entreabierta dejaba ver la suela del zapato de Chucho, el tobillo y el pantalón levantado. Ferni solo corrió, con el golpe que el corazón le pegó cuando lo vio tirado. El resto fue desesperación. Vorágine. Llamados. Dudas, gritos al teléfono. La sirena. Un tipo de ambo blanco entrando con una valija negra, dos tipos de celeste con una camilla, y él parado en el dintel de la puerta refregándose las manos con ansiedad. La mirada de reojo del médico al camillero. La voz del médico ¿es Usted familiar? Él, negando con la cabeza. ¿Puede llamar a algún familiar? Él, diciendo: no sé. Mire; no se puede hacer nada. Nos vamos al hospital. Llame a la familia, es lo mejor que puede hacer para ayudar, le decía el medico con la mano en su hombro mientras el cuerpo de Chucho pasaba sobre la camilla tapado con una sábana hasta la cabeza. Eso se hace cuando están muertos. Y el medico otra vez: ¿sabe a quien llamar? ¿Quiere que le de algo para tranquilizarse? Y el cuerpo de Chucho bajando horizontal por las escaleras. Lo sacaron con los pies delante. Y el medico otra vez: ¡Oiga! ¿Sabe donde queda el hospital? Y el cuerpo de Chucho saliendo por la puerta de abajo, el azul de los destellos de la sirena sobre la sabana blanca. Para lo que sea es tarde. No, no me de nada. ¿Dónde esta la agenda? ¿Mari? No, ella no es familiar. ¿Majo? Si, la hermana. Y otra vez el médico: Mire, le dejo anotado la dirección de la guardia, lo vamos a entrar por ahí, si quiere hacerle un favor a la familia, busque el DNI. y lléveselo al hospital, y si tenía obra social o prepaga, trate de encontrar el carné. Y los ojos del medico mirándolo fijo. Y la mano del medico abriéndole la mano y poniéndole un papel y cerrándole la mano. ¿Está seguro que no quiere que le de algo? No lo va a dormir, solo lo va a tranquilizar un poco. Negar con la cabeza.


Después de hacer los llamados por teléfono desde el pasillo. Se sentó en la cocina.
Ya era de día y por la ventana la luz se posaba en los objetos, que sobre la mesa, habían pasado la noche. Una composición armónica y bien iluminada. A Chucho le hubiese encantado, pensó. La reputamadre dijo, y no pudo más que ponerse a llorar.

La Casa de Las Margheritta


El lugar que pertenecía a la familia materna, fue el hogar de su abuela y bisabuela, todos “Tanos Originales” como les decía él, y parte de los fundadores del Club Italiano, incendiado hogar de la clase alta de Caballito. Lugar al que Chucho iba de chico a juntarse con los pibes y salir un poco de la compañía de sus abuelas “Las Margheritta”, que le parecía siempre que olían raro. Después, cuando Carmen, su mamá, le cedió la casa para que sea “artista” y siga su camino; en lo posible lejos de la familia establecida en San Isidro; ese olor familiar le hizo entender que o bien su abuela y bisabuela, había estado tanto tiempo ahí, que la casa se les había metido en la química del cuerpo, o bien la esencia de Margaritas estaba fundida con las paredes.


A Ferni eso del “olor a Margaritas” le resultaba inodoro. La casa era vieja, a veces crujía un poco. Tenía 2 pisos, más la buhardilla repleta de las cosas que quedaron de “las viejas”, que Chucho se negaba a tirar o a revisar. Lo bueno era que había muchas habitaciones, y les daba privacidad a los dos, lo malo era que todo era original y tanto la cocina como el baño daban una especie de pena de suciedad, esa sensación que por más que uno acomode y limpie constantemente, todo luce gastado y algo triste; y como a Chucho la limpieza le quitaba demasiado tiempo para hacer lo suyo, Ferni andaba por los rincones colgado, tratando de sacar telarañas, a ver si se le pasaba esa sensación que le detenía la escritura, y lo dejaba angustiosamente colgado en el caos que tenia alrededor.

Si Chucho le había ocultado su condición cardiaca o no, ya no tenía sentido. Ferni se paseo por el piso polvoriento de la bohardilla mirando de reojo la pila de objetos, tratando de tragarse la angustia que le subía hasta la garganta como una piedra. ¿Sería traicionar una memoria revisar algo prohibido en ausencia de su dueño? Después de todo ¿Quién le reclamaría algo? Después de todo ¿Qué importaba ahora lo que pasara con todo eso?

Después de hacer los llamados por teléfono desde el pasillo. Se sentó en la cocina. Ya era de día y por la ventana la luz se posaba en los objetos, que sobre la mesa, habían pasado la noche. Una composición armónica y bien iluminada. A Chucho le hubiese encantado, pensó. La reputamadre dijo, y no pudo más que ponerse a llorar.


Demasiada calma, pensó Ferni. Todavía tenía la sensación de que la respiración de Chucho venía de cuarto de arriba. Debería escribir para exorcizar ¿Cómo antes? Por lo menos su efecto terapéutico era comprobadamente efectivo. Pero no. Ni las ganas le quedaban ahora. Ferni pensó en fantasmas, en aquella casa llena de memoria. Las Margherittas eran parte de las paredes, ese aroma del cual Chucho había hablado siempre…por que no pensar que él mismo había pasado a ser parte de esas paredes temidas, aborrecidas y amadas.

Repetir historias no ser le hacia simpático, no se vio a si mismo transitando aquellos espacios ensimismado en recuerdos, por lo menos no para siempre.

jueves

Criatura al sol

El animal despierta de vez en cuando,
el lobo le grita a la luna que baje y se lo lleve.



Una ventana por la que intenta recuperar una parte de si que dejo atrás pero lo persigue indefectiblemente en cada traspié que le perdonan.
No deja de ser quien prometió no volver a ser.
No deja de reincidir en hacer.
No deja.

La adrenalina le fluye agolpándosele en las extremidades bajas; la sola idea de recuperar ese momento, donde galopa entre las palabras emotivamente cargadas, de todas esas mentes formadas por diferentes ideas, ya le produce la adicción que siempre tuvo, no a eso, no a lo que aparenta; sino al vértigo.
Busca encontrar. Intenta hallar. Quiere querer. Y tras la gana queda el deseo, y tras el deseo la necesidad. El biombo lo preserva en parte, de lo que solo un rastro queda en las grafías que lo decoran.
Tiene miedo, por eso se esconde y hace la plancha sobre las superficies que aprendió a manejar mejor, así se siente seguro de no estar engañando a nadie, no hacerle el daño del que se sabe capaz; no porque sienta que hace daño, sino por que el afuera le devuelve un pago de lágrimas por dejarse ser.

Tristemente observo como se sigue arrastrando tras las migajas de amor que no puede obtener de quien ama. Logrará preguntarse tarde o temprano ¿que es el amor realmente?
Ojos que no ven, tras un corazón al que no le alcanza con que puede obtener, no se cree lo suficiente para reclamar lo que le pertenece por derecho, y en ese inacabado placer; que es un resquicio en la mente; se estremece oculto, buscando otra vez la piedra que lo horade, sin encontrar lo que viene a buscar en cada una de las partes femeninas; los pedazos de esa mujer diseminada en las palabras que elabora poéticamente en su mente. La ama, a ella, a la que no existe. Ansia, desea, necesita, y como un niño recién nacido siente la molestia y no encuentra la causa.

Síntomas: “me pica, me rasco” rumia, y sonríe en la picardía que se le antoja una travesura infantil. Pero no es niño, no es adolescente, ni es adulto; es lo que devino, lo que pudo, lo que puede; y entonces, con estos, mis pensamientos, (meciéndose adormecido como siempre vivió en un lugar de mi mente), se justifica adecuadamente, y se ufana de salir airoso de todo lo malo que la vida le pone delante. “Soy un sobreviviente”, se dice a si mismo.

Una, intenta olvidar la sarcástica mentira .La otra perdona; aquella hace caso omiso a las evidencias y busca a la zorra. Y esa, se mese impasible, abierta a las posibilidades (y por si acaso, de piernas).

Busca desesperado, con las horas a su favor, que se le escurren de las manos improductivas de vida concreta; vida que en algún lugar le resulta adecuada, comprensible y tediosa.

Una canción le suena en la cabeza que revolea en camino a los metros que separan su actividad de su doble vida amorosa.
Entonces sueña, que tiene una vida común, que en la calle hay sol, que las imágenes de la locura son el sueño, un recuerdo fugaz de una época sobre la cual cree haber tomado la determinación de dejar atrás; y en la calle soleada la sombra lo persigue, el sol es un agujero, y está seguro que conoce los dos lados del espejo a su manera, que eso (ese) otro, es tan real como su mano, como su pie.
Tan triste, mi mirada lo sigue calle abajo. Corriendo detrás de su propia sombra, coloreando los días con pegotes, pedacitos de vida que suma de a poco, y mientras todo no vuelva a estallar, todo estará bien, y repiquetea los miembros que siempre quisieron vivir, y esas manos que siempre quisieron crear.
No hay moral, no hay otro real, no hay sujetos, todos son objetos.

La calle sube hasta la puerta que se esconde.
Soy esto, soy aquello, brindo esta fantasía a cambio de un poco de lagrimas, tal vez…tal vez…y puede ser que esta vez no suceda, que esta sea la que me saque el miedo, la que me saque de acá y me ponga allá y hasta por ahí hasta me animo y todo, y me arrimo del todo.
Y quien no comprende no importa ya. Dice:“igual se tendrían que sentir contentos de ser un excelente recuerdo para mi, si hasta tendrían que sentir orgullo de alguna manera, tal vez un día se vean reflejados en alguna creación, en algo importante, en algo reconocido”. Y ahí estará ella;
que siempre me lo perdona todo, complacida en el fruto de mi éxito, la única merecedora de los cadáveres que tendí, de las palabras que mentí, de los esfuerzos que hice, y de algunas barbaridades, solo por el hecho de que jamás me dejo ni a sol ni a sombra.
Y el resto….el resto es historia.

Y siempre va a despertar en la sometida calidez, en el arrullo de mamá-papá secándole la fiebre de la frente y repitiéndole que está todo bien, que siempre todo estará bien; mientras se tengan el uno al otro; mientras, aunque se dejen no se abandonen.

Bajando, al final de la calle, la luz se desvanece en el agua, y la verdad con ella.

.

sábado

Corto Metraje: Acaso solo la imaginación habita los espacios reservados al deseo intenso



Un caprichoso cazador obtiene una presa que ya no desea con ansias, y la helada cae quemando los pastizales alrededor del cuerpo mordisqueado y con vida.

El tiempo no para.

Agua que se escurre entre extremidades, oídos que no quieren ver, ojos que pierden la magia por no poder oler.
Van cayendo suavemente las células muertas en carrera hacia el invierno.
Sigue lastimándome la oculta voz, que alguna vez susurro descarada, palabras que nunca fueron mías.
Me muestran dos caminos que van hasta donde ya no puedo ver. E igual me dicen que uno de ellos no puede ser transitado por mí.
Me dice: De nada serviría que intentes ser alguien más. Solo se puede recuperar lo perdido, y vos no perdiste nada.
Cruel.

Y el tiempo no para.

Hasta acá llegue sintiéndome un ratón. El apoyo logístico a un elefante que teme.
De nada sirve que reclame justicia, entendimiento, igualdad. El camino se abre ante mis pies escarchados. Resignación, es algo que a uno le es impuesto cuando no te dan opciones, no es una elección.

El peso específico de las cosas.

Adicción a la fase de atracción
¿Desechar sin importar el aporte?

Las ideas se desmayan sobre los sentimientos.
Me desvanezco sobre una estantería abarrotada de cosas útiles y adornos.
Lo real de la ilusión es el dominio de los sueños lucidos. Una filosofía sobre la ilusión en lo real, me susurra que tengo lo que supe aprender a ver y que obtengo lo que deseo.
¿Qué deseo?
Todo se arremolina en picada sobre el cuerpo en la hierba escarchada.
¿Es necesario que finja desidia o gima exageradamente?
Me dice otra vez lo mismo, y agrega: Uno entiende no solo lo que quiere ver, sino lo que esta preparado para escuchar.

Las imágenes se desenrollan de adelante para atrás. Corre película.
99 puntos caen al vacío. Telón negro. Créditos.

miércoles

Despertares V



Abrir un ojo. Por no abrir los dos.
El invierno se impone a pesar de todo. La verdad del frío enroscándose en las paredes del cuarto.
El espejo me muestra la real figura desnuda, despojada; y la piel vuelta hacia fuera se cubre de tinta obscura.
El prematuro papiro que inexorablemente avanza, extendiéndose fuera de lo onírico.
Los juegos de roles de desarrollan sobre una mesa sin tapete; árida de rugosidades y nudos sin lustrar; y las aristas limadas solo juegan a ser entendimiento; y la historia se persigue a si misma tras los surcos de improntas sobre la piel lacerada desde siempre, desde antes de saber el primer significado.

Impertenecer ¿es una palabra?

Y después obviarse, ahorrarse las crudas expresiones de amor dicho; aunque la real temerosa incomprensión, es el honor que teme a la ferocidad de verdades, de la emotividad débil, debilitada. Cruenta responsabilidad de hacerse cargo de ahogar la voz propia, en pos de lo que sea necesariamente anestesia, y aún así, la piel precozmente encarneciéndose con los días; como un hada signada a desaparecer por la falta de fe en su existencia; como están signados los seres fantásticos frente a lo racional: a la peor de las muertes sobre esta tierra, a desvanecerse en el olvido sobre la piel y la mente de los hombres (y mujeres).

sábado

El amante silencioso


Imágenes estáticas que cuentan historias.
Aquel susurro desencadenó contraluces de palabras, que ameritan dedicatorias extensas. Y claro, sigo siendo un Mar de fondo, decantación y reflotación. Cuestiones de tiempo y tempo
Entonces me llegaron sus palabras escritas, líneas puras de fantasías no acometidas, trazadas sobre esferas de humo en el espacio oscuro.
Lo cito, porque no puedo atribuirme palabras que no son de mi ocurrencia, por respeto a las palabras, y también a los deditos que obturaron estas líneas.

“Yo no me enamoré de tus palabras y no fueron ellas las que me dieron ganas de estar con vos sin palabras. Aunque de alguna manera sí, el atractivo estaba en las “entre líneas”, donde te descubrí de una manera diferente. No en las palabras expresadas, sino en los silencios, entre comas y espacios; entre cada punto suspensivo. Por eso el silencio del encuentro, por eso la pausa del momento y lo eterno del espacio, lo eterno del suspiro. Por eso la clave del encuentro sin palabras. Puro silencio, puro suspiro, nada más que miradas y sexo del que sea, malo, bueno, excelente o para el olvido.”
“Tal vez me expresé mal, tal vez era necesario expresarlo con pocas palabras. La clave era el desconocimiento de uno y el otro, la cosa fortuita sin saber de celos, de ex –parejas, de trabajos, de rentas, ni de nada.
¡Hay! ¿Ves?... que las palabras salen, no sé de donde…”


Los signos de puntuación son a las frases, lo que los silencios a la construcción musical…
Por cierto no pude evitar preguntarle:
¿Dígame? ¿No pensó en dedicarse a escribir?

“Lo he hecho en mi pasado no tan lejano. Y de vez en cuando lo retomo. Pero me es más fácil cuando mis escritos son sinceros, y simples, y salen…”

…Y otra vez, no pude resistirme a cortar la armonía con preguntas:
¿Puedo usar lo que escribió?

“Está bien, hacé con mis palabras lo que te guste. Incluso te dejo ponerlas debajo de la almohada para soñar con ellas.
Soy un misterio para todos menos para vos.”


…Y así; ¿Quién podría decir que estas palabras no son las de un escritor?
Un relator de historias, ya es a su manera, me consta.
Tal vez debería relatarme sus imágenes, y yo ponerle palabras; aunque en realidad, creo que sus palabras llenarían mejor el espacio que habita en su mirada sobre las cosas.
Eres escritor a tu manera mi niño.

miércoles

Figura y Fondo



Admito, en primer lugar, una atracción desmesurada por las figuras de Dragones Orientales, adquiero cada Dragón que me llama la atención, y hasta sobre le dintel de mi puerta, hay dos de ellos enfrentados que miran pasar a quien cruza la entrada de mi casa.
Intenté descifrar que significaba su figura desde siempre, y claro, me llama la atención todo lo que me conduce a ellos. Son la figura sobre el fondo de mis misticismos dormidos. Nubes de sueños repletas de significantes, imágenes oníricas de las que extracto pasajes de luz y sombra, que terminan de formarse enfrentadas a la imagen que reflejan.
A veces la figura es el residuo recortado en la sombra que el Dragón deja entrever
A veces segmentos del Dragón son la historia en sí, él es en si mismo, la figura y el fondo.

Representa lo imperecedero, lo mitológico, la contracara necesaria de la Figura del Fénix, que muere por fuego y renace de sus cenizas. Intento encontrar en el Animal fabuloso, los porque de mis Fénix interiores, como si él pudiera explicarme esta divergencia constante, la necesidad de renacer imperiosa, la fascinación por el fuego al que temo dolorosamente, la necesidad de agua sobre la cual medito y decanto, y en la que temo hundirme indefectible y perpetuamente.

Mi amigo más amado, nació en el año del Dragón. Según los chinos eso significa que esta, es la última encarnación terrestre, que ya se recorrió la rueda Kármica.
Todos los Dragones…lucen como Dragones; pero admito que parte de su fascinación es que no hay ninguno que se parezca a otro. Conozco Dragones de todas las edades, imposibles de ser comparados, complejos hasta la simplicidad, de mirada única, son como el extracto del resumen de si mismos, y son como el buen vino, con los años se ponen mejores al gusto.
¿Cómo reconocerlos? Fácil: tienen piel de escamas móviles y escupen fuego por la boca; o sea; su piel es única al tacto, y son capaces de decirte lo que no estabas preparado para escuchar, y necesitas oír.

Puntillas de los Miércoles Ceniza



Silencio. No le indiques que no me ve y no me fui.
No le digas que ya noté que no vive donde dice, sino en una novela. No lo expongas a que su habilidad de invertir la carga de la prueba, hace que no distingan que se disimula dentro de las palabras de otros, y que su innovación, no difiere del trago de un barman que conoce todas las bebidas que existen. No le apuntes que ser original y creativo, es ser siéndolo, o no estudiando como serlo
Ni siquiera pienses la palabra entelequia, por sus dos acepciones ¿entendés?
No lo despiertes a cuestiones de la vida mundana, diciéndole que los escritores crean personajes pero no los viven por siempre; que los pintores usan manos, y no hacen crítica como los críticos de arte; que los músicos, se paran en teoría, recorren instrumentos, improvisan expertamente, aunque no alcanza para improvisar saberse las reglas estrictas de improvisación al dedillo, y que con oído absoluto se nace, no se hace. O que ser artista es una filosofía de vida, una postura no impuesta, una carencia constante, hambre, ansia, y sed; y que identificarse con eso no te hace artista. Por ahí su lógica le indica que “muerto el perro, se acabó la rabia”

No le digas que estuve acá mirando como duerme, despertar podría matarlo.
¿Sabés que pasa? Sueña que vive y persigue morir al ensueño; pero, si realmente despertara del coma en el se instaló ¿Quién va a explicarle todo lo que tiene que saber para vivir?
Dejá que encuentre el camino solo al hogar; de todas formas, si te le presentaras oníricamente con una verdad en la mano, no podría creerla, aunque tuviera fe en ella.
No le menciones el hecho de que permanentemente esta en un estado alterado de consciencia, y que eso es tan falso como nunca haberlo transitado.
No le digas que su contradicción anida en aferrarse a lo que cree que debe creer teóricamente.
Mas bien decíle que se ponga de acuerdo entre su práctico y su teórico, o que su práctica no es tan aberrante, como para taparla de hipótesis ajenas

No le digas que puede modificar ese universo (porque en los sueños todo es posible), ya que su lógica empezaría a dudar y probablemente se interne en la pesadilla de un sueño lucido. Temible, terrible…Shhhh
No le cuentes que son suyos esos personajes que lo rodean como a un eje, hasta cuando no cumplen sus deseos; y por eso, se mal acostumbró a ser caprichoso, y hasta no simpático.
Y ni por un instante menciones que entro y salgo de puntillas, casi a voluntad, pues siempre fui de dormir mucho, si bien soy también insomne, y se que el cuerpo necesita menos tiempo que la mente para descansar, pero hay formas de lograr que descansen al unísono.
Shhhh… vos vigilale la respiración nomás. Y no digas, no murmures que sabes que hay alguien que sabe como se llama, y no puede decírselo a menos que se despierte por las suyas.

jueves

Un Cuento de Luna

“Le había pedido a ella que rezara por los dos
No tenía yo ya ni la fuerza, ni el tiempo.”





La noche, deslumbrada de a momentos por el correr de las nubes sobre la luna. Nubes oscuras.
Adelante; un lago de deshielo, con algunas manchas de escarcha, manifestando el desleimiento paulatino, inexorable.
Detrás; el bosque conteniendo el paisaje, domando el sonido.
Ella volvió a mirar el reflejo de la luna en el lago; ahora; mas definido.
El ruedo blanco, se mojo con el agua dulce y fría.
Se adelantó y puso los pies en la orilla. Los círculos bailaron acercándose a la luna, que se alteró.
Se quedó quieta hasta que la redondez fue nítida otra vez.

Apresar la Luna en el Lago.

Empezó a avanzar dentro del agua, lentamente.
No hay frío. El agua le llega a la cintura y extiende sus manos adelante, hacia la llena luna.

Recostado, con los ojos cerrados, de su boca se oyó:
-¡No, vas a ahogarte!-
La otra persona sentada en el cuarto, lo miro. Para tratar de escuchar mejor.
-No, no vayas, no está ahí.- dijo con los ojos cerrados.

Ella siguió avanzando hacia la luna, con el agua en el mentón.
Al llegar al borde plateado, se zambulló sobre ella con los brazos abiertos.
Oscuridad y agua helada, fría y dulce.
No había nada abajo. La luz cada vez más tenue…

Vio el reflejo que venia de arriba. Detrás de la película de la superficie. Ahí estaba ella otra vez.

-Sube, sube.- dijo con los ojos cerrados.
La otra persona en el cuarto lo miró, y dio vuelta la página.

Se dejó impulsar hacia arriba, pero no era el agua.
Sacó la cabeza y respiró con profundidad.
Arriba la bella, blanca, clara, incólume, estática, misteriosa, verdadera.
Así se sintió a verla. y dejo su cuerpo fluir.
Flotó de brazos abiertos.

-También la veo- Salio de sus labios con los ojos cerrados.
-Si, claro- Dijo la otra persona en el cuarto, y dio vuelta a la siguiente pagina.

viernes

Arquera ?


Lección de Tiro al Blanco con Arco:
El fín es la técnica perfecta, acertar en el centro del blanco, es la es la consecuencia de ella




El blanco, no estaba tan lejos de mi arco. Respiré

1…Posición. Cargué el arco. Cerré los ojos. Respiré

2…Apunte abajo y adelante. Abrí los ojos

3…Levante los brazos… mi hombro derecho, el dolor.
Tensión, Inspiro…la altura de mi codo izquierdo, mis tres dedos sobre la cuerda tensa, mi mejilla izquierda, soltar los dedos, el movimiento seco de omóplato…

4… Tiré, expiré.
La flecha bailó graciosamente hasta el blanco, quedó clavada de forma inclinada. Me causó gracia y desilusión. Mantuve mi posición congelada.

Escuche la voz tranquila de mi instructor, en mi oído derecho
- Solo empujalo, hacia delante, afuera, estirá el brazo

No va a caerse. No va a lastimarte, solo vos lo haces sosteniéndolo de la manera incorrecta con demasiada dureza, con demasiada tensión

Ese había sido mi tercer tiro, el último antes del próximo “libre”.

-!A Buscar!-, se escucho en el largo y alto recinto. Los arqueros, caminaron hacia los blancos, para recuperar sus flechas.

Mi instructor caminó conmigo, pausadamente.
-Te diste cuenta que apretás mucho la empuñadura, por eso el tiro te salìo así-
Asentí con la cabeza.
- Ahora, pensá que el puño, es el cuello de un pajarito… ¿Crees que vas a poder seguir apretando tanto? No te aferres tanto al arco, sostenelo firme ¿Crees que tiene que ver con que hay cosas en tu vida que no soltás?

Ya no pude apretar tanto.
¿Cómo podía ser, que a pesar de tirar de zurda y con el hombro lesionado, igual apretara tanto?

En el último segundo, cerraba el puño intintivamente, tensionando el tiro, desviando la trayectoria de la flecha, por temor a que el arco se me cayera de las manos. Sin darme cuenta, me ferraba a algo sin sentido, solo por ignorancia.

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lunes

Anocheceres



Y ahora, otra vez cerré la puerta tras de mí.
Pienso y me siento (en mí).


Levanto las rodillas para avanzar entre la nieve, y este aire gélido, es como el que quedó detrás de la piel.
Discrepo unos metros delante, y huelo la oscuridad.
Me desluzco de a poco en el paisaje, como esas manos en mi cuello que decían amarme.

Me habitué demasiado a la falta de oxigeno y duele el puro frió aire en los pulmones.

Ruego, por no cruzarme con otra calidez casual; rezo por aclimatarme urgente.

Estas células muertas se desembarazan tan de a poco…
y aún falta el otoño, para deslizarme afuera en la primavera.

El solo saber el paso del tiempo es un lastre.
A hibernación consciente, es indisoluble agonía

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sábado

Despertares IV

Tres Cuartos (3/4)



6:45 a.m. (1/4 del día, 3/4 de hora)
Entré en la semi-vigilia con los poros contraídos, busque con las manos y me tiré encima la sabana y la colcha. Giré en la cama y me estiré hacia todos mis rincones, quedé placida y laxa; después; acurruque las mantas a mí alrededor y me ovillé. Y me quede así, hasta que creí estar despierta.
Desde mi punto de vista, distinguí la otra puerta, disimulada en la pared.

Este lugar tiene 3 cuartos:
1/4 La habitación invierno, donde estoy.

Me senté en la cama, me pregunté donde estaba mi bata de satén gris, tenia frío. Igual, cruzando la otra puerta estaría de más.
Salí al corredor, con la libreta, la lapicera y la cámara, ya no hacía frío.

Este lugar tiene 3 cuartos:
2/4 La habitación verano, de donde vengo

Pasé por la puerta abierta y el calor, me resultó sofocante, recordé como se sentía estar con los poros dilatados todo el tiempo. No había nadie dentro.

Este lugar tiene 3 cuartos:
3/4 La Gran Habitación Central, que pareciera debatirse entre la primavera y el otoño

Fui al centro. Un clima estable, verde florecido, olor a agua corriendo y el piso henchido de crujientes hojas.
Me encontré al otro huésped, mate en mano y leyendo
Fotografié la escena, me senté en el piso, cerca de su hamaca, y sin mirarme extendió su brazo hacia mí, con un mate lleno.
Hacia mucho que no probaba mate, de mañana y con alguien más que lo cebe
Estuve a punto de preguntarle, por la vista de playa, palmeras y el sol sofocante y permanente en la ventana

Entre nosotros, el clima, la proveniencia, y los plazos de estadía, no eran tema de conversación.

Ella imaginó en su piel caliente, en su habitación helada
Él imaginó es su piel fresca, en su habitación ardiente
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viernes

Despertares III



La nieve afuera, parece más tibia que la habitación.
Me decidí a viajar hacia la dirección contraria a la arena donde te fuiste a entibiar tus culpas (y las mías).
Acurrucada, despierto en el sillón. Miro el vidrio de la ventana escarchado por dentro, y al teléfono con la batería sacada; me estoy evitando…

Tengo ganas de salir con gorro y todo, a hacer angelitos en la nieve, y que me saquen una foto así, para reírme después; pero, por estos parajes no hay un alma.
O tal vez, abrir una enorme caja dorada de chocolates amargos de Bélgica, e ir escupiéndolos de a uno hacia el cesto, a ver si le emboco.

Voy a quedarme, hasta ser toda olvido

Este frió destierro, tiene una ventaja; acá; una chispa se parece al calor

jueves

Despertares II

Jueves 9:30 Hs.



Así de chiquita y así de tensa. Entumecida.
Y vos en medio de un mar de cosas, siempre listo, nunca preparado; primero contento, después apagado

Le agradezco a él, que me despertó y me hizo notar que ya no estabas.
Si no hiciese tanto frió, no seria tan llamativo tu calor. Y ahora, somos dos con frío.

El verde profundo, el celular apagado, la garganta, los cables, investigación, otra cita, las 4 a.m., las 6 a.m., las 9:30 a.m., 9, meses sin amor, las tormentas en el frente interno, cadenas inmateriales, inopia, incertidumbre, irresolución, cortesías, conveniencias, clausuras, olvidos, boicots, y el dolor desde la nuca hasta los hombros que invalida.

Tus huidas eternas, tus regresos inesperados, tus miedos, tus sonrisas, tus gritos sin fuego, mis libros en tus manos, tus frases cuidadas, mi silencio, las Mont Blanc, otro libro, millones de palabras, tus tiempos y los míos.

Sin derecho a reclamos, no se aceptan devoluciones.

Hoy voy a encontrarte y comunicarte lo que tanto temés, de alguna manera, porque mañana no me va a quedar valor, cuando me sienta un poco más grande.
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miércoles

Despertares



Se despertó por el frió sobre la piel. Entreabrió los ojos, y le pareció que la puerta de la habitación no estaba en el lugar correcto. ¿Dónde estoy?
Solo por un segundo, le pareció estar acostada en aquella habitación despojada, y de luz mortecina; entre las sabanas blancas de la enorme cama; con aquel cuerpo como amortajado, pálido, y de caricias tibias.

Observó mejor, y encontró la puerta junto a la cabecera de la cama, estaba de nuevo en su cuarto.

Se tapó de la brisa helada de la madrugada, con la sabana de colores gastados.
Al ponerse de costado, vio dibujado contra la luz de la ventana; el cuerpo de él, boca arriba. Su pecho subía y bajaba pausado; la piel bajo los bellos se contraía de frió. Lo tapó con la sabana y se tendió boca arriba también. Con un leve movimiento toco sus caderas con las de él, y él instintivamente se puso de costado, pasando el brazo sobre ella y apoyando la mejilla sobre su pecho izquierdo.

Deseo despertarlo, solo para ver un instante aquel verde plano y profundo, en la melancolía de su mirada. Era mejor que por lo menos uno de los dos durmiera placidamente.

Ella como siempre, paso la palma desde su frente hasta la nuca, acariciando el fino y claro cabello; miró su cabeza y recordó que sabia muy bien, el por que de cada una de aquellas suaves canas

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lunes

Tierra de Dragones *



El Dragón semi-transparente, se pasea por el cielo de su dormitorio.
Danza sigilosos sobre la cama, acercándose peligrosamente a su rostro, frió de pánico.
Ya no hay lugar donde esconderse demasiado de él. En ciertos abismos demostró sostenerse firmemente, sin prejuicio a ser juzgado, con cierto terror, con algo de ansia.

Ella solo lo ve surcar gracioso y peligroso.

Pareciera considerar desvanecerse raudamente, y eso no suele suceder; cada vez; el Dragón vuelve a demostrarle que no es olvido, que permanece por gana, deseo y necesidad.
Es etéreo en su aparecer, pero demuestra tener claro su objetivo; por el momento; seguir flotando encima de la cama, en la que ella se eterniza.

Alguna vez, ella llegó a desear su desaparición, pero siempre termina azorada de su belleza, hay algo atractivo en aquel ser que le quita el sueño, y la mantiene en una semi-vigilia, día tras día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año…

Eleva la mano, y con la punta del dedo medio, parece poder acariciar esa apariencia rustica, que se percibe suave al tacto.

-Voy a volver a quemarme-, piensa ella, -ya no interesa…-
Logra palparlo a penas, con la yema del dedo.
El Dragón gira bruscamente sobre si mismo, y se dirige de frente hacia su cara, abre la boca, grande, y ella piensa en no cerrar los ojos esta vez, si tiene que nacer de las cenizas lo hará, pero no dejara de mirarlo esta vez.
Un grito ensordecedor y agudo, le hace vibrar el cuerpo; El Dragón en vez de escupir fuego, está a centímetro de su cara, rugiendo. Al cerrar su boca, ella ve en sus profundos ojos, algo que esta más allá de lo tierno, y entiende que no hay daño posible.

El dragón vuelve a enroscarse sobre si mismo, y planeando lento, la mira a los ojos.

Ella sabe que va a volver, hasta que sepa que ya no resta un lugar, hasta que no quede un espacio por reclamar.
No hasta que en ella haya un espacio, libre. Mientras ella siga exhalándole admiración, mientras siga sintiendo su empeño, mientras su sutil intuición, sepa cuando llegar y cuando irse.



*"Tierra de Dragones: Lugares desconocidos, en mapas antiguos"

jueves

Ángel

La ciega mirada, perdida en el vacío. Sintió la superficie de su piel lacerada, un dolor en el estómago y un gruñir interior. La mejilla derecha le ardió. Se movió un poco y los gránulos le rasparon incentivando el dolor.
U
na ola de frió recorrió desde sus pies hasta su cara, reconoció algo adhirién
dose a la superficie de la piel de todo su torso. El líquido entro por su boca abierta, ávida de oxigeno y tosió agua salada; entonces, la opresión dentro de la garganta le hizo levantar la cabeza. Respiró profundo, de una vez.
Apoyó las manos y con fuerza
empujó separándose de la superficie húmeda y grumosa, levantó la mitad del cuerpo, que le resulto sumamente pesado. “Gravedad”, pensó.
Cayó sobre un
costado y después quedo boca arriba.

Una oscuridad extrema, fue disipándose de a poco, para dar lugar a la visión de pequeños y titilantes puntos claros. Sus ojos se entrecerraban molestos, con el goteo constante, que hizo ceder un poco el ardor, del rostro, el torso y las piernas; y
removió el sabor salado en la boca.


***
Despertó con un profundo suspiro, casi un ahogo. Los ojos abiertos de par en par. Las imágenes de siempre, conocidas y asombrosas. Recordar el nacimiento: perturbador y emotivo.
Es de madrugada. Ruido a agua, la bañera se ll
enó y el ambiente rebalsó de vapor. Se metió hasta las orejas.

Aquel silencio acuoso le vació la mente de superficialidades, y le permitió, en la in-gravedad, ver imágenes claras dibujándose tras sus parpados cerrados. Al principio miles, dispersas; poco a poco disminuyendo, clarificándose. Al final un recuerdo, vivido y real, algo esencial; presente y constante. Elevándose lento sobre el fondo obscuro de sus ojos, surgen una serie de letras en orden; U,R,I,A,E,L...

Con un pie en cada lado”, pensó.

miércoles

2 veces un personaje para Mi


Eran días de teatro. Hacer, mirar, leer.
Gabriel me dijo : " Todo esto, te va a servir para componer mejor un personaje". Tenia razón.
El "tema", fué secundario al personaje, y me daba las opciones para elegir las primeras características que lo conformarían.
Uno, no escribe sobre cualquier cosa, por que necesitás motivación, un interés que te lleve hasta el final.
Así, me llevo tiempo ver, que el tema exacto era aquel que más me molestaba, y que al elegir el tema, el personaje ya estaba ahí, solo esperando, necesitando una personalidad propia para ponerse a actuar, a hablar, a decir y a hacer.
Así surgieron mis primeros personajes, basados en parte en personas que conocí, en una etapa difícil de transitar y digerir (años mas tarde).
Pasó el tiempo, todo pasa. Dejé aquella obrita olvidada, casi sin revisar, y lo tomé como un logro, el solo hecho de darle principio, final y darla a leer a unos pocos amigos, incluido Gabriel.
Meses después me encontré cara a cara con uno de mis personajes. El co-protagonista de mi historia. resolví no modificar aquel personaje, por que supe que él ya ERA, a pesar de ser más conocida para mí la persona en la que estaba basado.
Llegue a conocer aspectos increíbles de èl; y se formó otro nuevo personaje basado en la misma persona, diferente, extraído de momentos congelados.

No lo volví a ver.
Él, ya tiene voz propia.
Dos personajes de una misma persona. Dos miradas diferentes en la líneas del tiempo y el espacio. Dos veces, Él fué un personaje para Mí.
Ahora, pongo palabras a su voz, visiones a su mirada, reacciones a su comportamiento. Ya no es el que recuerdo, y hasta tiene otro nombre, su tercer nombre.

Así decidí que, solo se trata de escribir; de eso se trata; ese es el intento a pesar de todo.

Bienvenidos.
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