Mar De Fondo: Bitácora
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miércoles

Obscura




La noche enfría la oscuridad apañadora, momento propicio para emprender una huida de nadie, de sí mismo. La excusa: partir antes para llegar antes, y despertar allá y no acá. La mañana en otro lado tiene el encanto de despertar habiendo ya partido, por lo menos un partir a medias, intentando no notar que algo se parte, que uno parte algo al medio, o más o menos al medio. La parte que queda, aunque entera…queda. Cierto pesar va pegado a los trastos que acompañan la travesía, cierta liviandad le sonríe levemente a la esperanza que se agolpa en la pupila dilatada. Lo único certero es que los libros no van a ser suficientes, dejarán de ser novedad. ¿Pasarán a ser leídos más de una vez? ¿Qué necesidades impondrán la urgencia de un puerto?
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martes

Partir para mentir



No se puede negar que ésta es la mejor época del año para salir a navegar.
Cuando dije que esa era la razón, mentí en parte, no es la única: estoy volviendo a partir.
No es un retiro, ni voluntario, ni involuntario; no son vacaciones en mi; ni un descanso ni un cambio de ocupación; quizás lo mejor sea que no sé que es, pero voy igual, con la diferencian que el barco es mi casa, y mi casa se mueve conmigo.
La ciudad está demasiado quieta para lo que se mese en mi mente agolpándose en palabras. Necesito hablar mi idioma, y a mi idioma las palabras le sobran.
Respirar el verde meciéndose, admirar sin más los colores cálidos del cielo oeste, rogando por un cielo vainilla que torne todo de una pasmosa iridiscencia, dejar al silencio ser el secreto del sentimiento sin palabra, caer a la deriva, derivar adrede, orzar a favor, remontar corriente arriba, dejarse arrastrar corriente abajo.

Cientos de cosas, impensadas con los pies en tierra firme, son posibles en un barco.
Escribir una bitácora es lo más hacedero, lo más sencillo, lo más cómodo, lo fácil de decir, lo fácil de leer.
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domingo

Mar do Fundo

Mar de mágoas sem marés
Onde não há sinal de qualquer porto…
Naufragando em mar de trevas
“Triste sina”, J. Bragança - Nóbrega e Sousa


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"mar de fondo" acuarela de Grabriela De Cicco

Su piel flota sobre la habitación oscura. Choca contra los cristales de luz de la mañana obsoleta, obtura una bifurcación que nunca ocurrió. Si lo hubiera sabido…
Renace; navega para reflotar bajo la cuerda del mar de hielo que sostiene la respiración, deteniendo los latidos. La perspectiva pone relieves a la verdosa mirada infame a la que es imposible mentirle a pesar de los ocultamientos.
-Vos sabés lo que pienso y él, lo que siento-
-Vos sabés que siento, el resto no-
Una habitación en la que se está atrapado con alguien más.
Lloro a morirte, porque no tengo otra manera de recuperarte.
Lloro para poder amanecer mañana.


Meu senhor de todo o sempre
Sendo tudo não és nada

ImágeneSueltas de Mar

sábado

Miami desde un puente


-No es mi lugar favorito en la tierra, todo lo contrario- digo, siempre que llego.
Esa primera impresión negativa, de mi parte, que se mantiene firme en cada visita a Miami. Claro, yo veo solo un lado. Solo veo una ciudad hermosa con gente pretenciosa. Extranjeros tanto ciudadanos como turistas.
-No, no es prejuicios- digo, desde la parte posterior del auto. La comida es mala; todo parece parking; no se puede salir de noche; hay que tener auto y todos parecen odiar el país de donde vienen, pero pasan horas criticándolo y todos saben exactamente que hacer para que el tercer mundo mejore. -Visto de afuera todo luce diferente–,termino.
Repito en mi mente mi última frase. Tal vez…si claro, también yo lo (los) veo de afuera, y más allá que todo es poco disfrutable sin dinero, hay postales por doquier.
Intento hablar con algunos latinos que trabajan aquí. Todos dicen que el esfuerzo es mucho; muchas horas; muchos días; varios años para rentar un lugar. Varios salieron huyendo de “allá” por motivos varios. Otros hicieron una vida nueva. Algunos son hijos que nunca vieron el país que les dio la lengua que hablan. Todos saben perfectamente que pensar, algunos quieren volver, otros saben que ya no pueden.
-No quiero esto para mí– digo. No quiero no pertenecer a ningún lugar y que un día sea demasiado tarde para volver; tarde para sentirme parte, otra vez, del lugar de donde partí y sentirme bien porque todos estamos en la misma situación…o algo parecida.
-Mal de muchos, consuelo de tontos– digo.
El auto se detiene en un tramo final de uno de lo largos puentes que comunican el Down Town con South Miami. La arena clara se extiende hasta el agua verdosa. Allá, en el extremo de la Isla, los nuevos edificios invitan a soñar que uno es parte de esas vidas de lujo... y en la punta de la pirámide lo mismo de siempre y en la necesaria base los soñadores que, intentando darle impulso, le dan su pulso a una ciudad estadounidense donde no habla español el que no quiere.

domingo

Conjunciones




Instantes aparentes en que los puntos de fuga parecen coincidir, son la imagen vista desde aquí. Allá, el final de arcoiris: un punto incierto; el horizonte: un lugar aparente; las coincidencias: puntos notables aún sin explicación.
La luna llena, la marina, la cámara, el ángulo, el sendero, la caminata, la charla, el tema, la compañía; como estrellas sobre la carta natal de alguien que no tiene todavía signo.

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jueves

Azul, Azurro, Blue, Blauw, Bleu, Blau, Sininen...




En Español, Portugés, Italiano, Inglés, Holandés, Francés, Alemán o Finlandés...
Sigue siendo lo que es, y por suerte teniendo ese increible color intenso que las cámaras No pueden retener correctamente. Solo la retina le recuerda al cerebro que sigue ahí, que es inmenso, y no le pertenece a nadie.



La música es de la Opera Lakmé de De Libes... y sí, está en francés.

domingo

Watch Your Step



Alguien dijo que se había dado cuenta que le gustaba lo prohibido cuando vio por primera vez un letrero de No Pisar El Pasto. Hay Carteles que invitan a querer conocer, más de lo que invitan a irse. También hay personas así.
Conocer tripulaciones da un punto de vista diferente como pasajero. Ser parte de la tripulación y conocer al pasaje no es lo mismo, más bien es siempre la misma historia con diferentes caras.

martes

Bitácora de Viaje.Dia 2.



Los albatros parecen acostumbrados a la compañía humana. Vuelan a tan baja altura, que tengo la sensación de poder acariciarles las plumas con solo extenderme lo suficiente.
La playa esta algo solitaria por el clima de nubes densas, el calor sofoca un tanto y alivia por otro, a este invierno que me es extraño a los sentidos y sentires.

sábado

Volver a Viajar



Quiero flotar, ingrávida. Dejarme llevar en la superficie, dejando que decante debajo mió toda la pesadez de una humedad pegajosa que se adhiere a mis pensamientos sobre el mundo pequeño que me rodea.



El Océano me llama una vez más...

Y en su arrullo me busco para encontrarte cuando regrese.

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miércoles

Bitácora de Tierra.

“Recuerdo el mar
Soñé estar aquí
Y no recuerdo despertar”

Engaña, G. Ceratti


Una tibia desnudez de lejanía me anda rondando en las mañanas soleadas.
Evoco el mecerse de las marinas sabiendo que no estoy ahí, y arropo las sábanas sobre mi pecho de satén gris acero, en cuanto escucho la puerta cerrarse. Pido caer en la realidad de la verdad como último rezo al dormir y primer pensamiento al despertar

Sigo pensando que hay demasiados ruidos matutinos e intento dejarlos entrar con los sonidos, hasta que los tapo con música.

Encuentro la forma de entender que el tiempo esta extinguiéndose con el año en curso, y me cuelgo en los verdes patios traseros brillando al sol del mediodía

¿Puedo ser feliz igual sin que estés presente ni tampoco ausente? Como sea, sigues siendo la cosa más dulce. ¿Te dije que es una pena que no me quieran como quiero ser querida? Por el momento no se me curre nada al respecto para cambiar eso.

Las nubes siguen el curso del empedrado hasta el agua, y tus ojos siguen teniendo una verdosa luz en la claridad de tus palabras que me esconden crudezas. No, nunca una mentira, ni tampoco toda la verdad.

Y en esta paz, me arrecian las ganas de salir a transpirar el todo por el todo, a ver si de una buena vez por todas te exudo, como a vos te gusta.

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sábado

Bitácora. Mareo de tierra



No pongo más excusas. Dejo aquí la luz para el regreso.
Toco tierra para recuperar lo ya leído, y traérmelo hacia el interior de esta cabina que me vio hacer el intento de navegar en solitario. Y la luz tendrá más altura.
No entro como lo hubiese hecho antes de partir por primera vez. Ni tampoco regreso.

Ferni, Mari, Chucho, Majo…y las Margheritta me habitan buenamente; personajes en tercera persona, que comparto de vez en cuando con un amigo novelista, que hace lo propio en primera persona, y nunca lo impropio. Lo mejor está por venir.

Primavera y verano son vientos de reposo. Agosto flageló mi velamen. Nadie me dejó dormir durante septiembre, ni va a despertarme en octubre. Quiero prensar que lo peor ya pasó.

Noviembre, me trae una fiesta. Diciembre, un océano esmeralda con fondos coralinos.
Él, no contesta mi mensaje. La radio sigue sorda. Y sigo pensando que lo peor ya pasó.


Abro las puertas, las cortinas, las ventanas. Permito al sol sobre ese verde que ya no será falto de agua esencial. Permito a los jazmines y azares meterse por los ojos, por la nariz, por la boca. ¿Permito a los trinos mecerme al borde del día? Sigo sintiendo que lo peor ya pasó.

Me permito pensar lo posible y lo imposible, lo probable y lo improbable; y una luz en la mente se hace sobre esas cosas que siempre estaban ahí. Entonces se, ahora sé: Que a pesar de este mareo de tierra, voy a acostumbrarme a tener los pies sobre suelo firme. Y así y todo, es una sensación, un punto de vista; porque estoy parada en un mundo que gira sobre si mismo.

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martes

Bitácora.



Los trinos se cuelan en mi sueño dejándome al borde de la vigilia cuando todavía no comenzó aclarar.
Tengo la sensación que estos días en tierra pasaron más rápidamente que todo el resto del año.
Pienso sin pensar demasiado, miro afuera un paisaje que debe cambiar. Sin embargo este momento parece largo, pausado, estable, permanente, claro, limpio...Único.
Fumo sin ganas y apago el cigarrillo por la mitad. Prefiero mejor algo dulce en la boca.
Miro el compás de punta seca abandonado sobre la carta; Indicio que no hay marcaciones por hacer; un descanso en parte y una tortura a la vez el no trazar rumbos nuevos.

En mi mochila tiro dentro: el celu, la palm, la cámara, el mp3, un libro, el cuaderno, dos lapiceras, dinero y C.I. El resto del espacio es para llevar algo por si el clima cambia.

Salto a la marina, salgo del Club y tomo el tren. Un MSM me invita a juntarnos. Entonces ahora, mi salida se justifica con un rumbo.
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sábado

Bitácora.Modelo para armar

Una excusa.
Y mientras, termino de entender algunas piezas.



Mientras no me decida a partir del todo, mi tripulante se toma vacaciones hasta nuevo aviso. Decide pasar los días en tierra y nadar en la primavera de Buenos Aires. Dice que seguramente vendrá conmigo.
Nada mejor que la primavera para estar en tierra, el clima ideal para encontrar a alguien que te haga volar un poco (y eso de un amor en cada puerto, es para los marinos mercantes que se la pasan meses a bordo)

Todavía mi casa está ahí, tal cual la dejé al partir, a media hora de este barco.
Ya habrá tiempo de ir a recolectar significantes antes de pensar en partir nuevamente.
Este acotado espacio, la madera cálida, y el aroma a café me permiten concentrarme. Entonces, intento primero buscar las piezas mas coherentes a la vista y después hacerlas encajar en el dibujo que se va formando. Siempre me gustaron los puzzles, mientras más piezas mejor, los armo y los desarmo hasta saberlos de memoria.
No soy del tipo de persona que los enmarca una vez terminados, para colgar un logro en la pared. Son un ejercicio para agudizar la mirada, como la fotografía, como los viajes.
Mientras más miro, más veo, decía alguien; a veces quedarse mirando detenidamente algo, no hace que lo comprenda uno mejor, solo ver como se mueve y eso no indica que es lo que lo hace moverse.

Tal vez con cada pieza que encajo, le encuentro la vuelta a las motivaciones que me tienen armando esto.

miércoles

Bitácora. Seguir navegando




La libertad no es algo fácil de lograr, no en su totalidad. A veces las partes que forman un todo, tampoco son plausibles de ser liberadas del todo. El egoísmo ajeno impera en las comodidades apoltronadas tras años de amansamiento.
No hay voluta, ni trago que arregle eso. Ni mareo de tierra, ni la mas fastuosa de las fiestas.

Verdad y Liberad son un espacio en la mente que viene con uno, no se inventa, ni se crea.
Es como la sensación del amanecer naranja con olor a limpio despojado, a pureza real, sin aditamentos.

Volver a la mar es algo certero. La metáfora perfecta.
Nada carece aquí, nada apetece codiciosa-mente.

Una doble mentira es como una superposición de palabras, un mismo texto iterado hasta el hartazgo; y la verdad siempre me llaga las orillas, y la inmensidad siempre le queda chica a semejantes que no perecen ser de la misma especie.

Navego por que conozco las cartas náuticas; no es azar ni riesgo; confieso una curiosidad sobre experiencias antropológicas que recalan en llantos que a veces ruegan por una guadaña misericordiosa; y eso también llegará en su momento. Vendrá a mí. Como todo viene.

Bitácora.

Puerto Viejo



Las caras de felicidad me produjeron un revoloteo interior.
Ya en el aire se sienten los jazmines, que con el primer nortazo dan comienzo a la primavera, más allá de las fechas.
Oteo el aire, y el ánimo se transforma al calor; las llamas azules artificiales se desvanecen a mis pies y el calor de gas deja de ser algo necesario. Hora de abrir las ventanas y dejar al invierno salirse pesadamente, llevándose aunque sea una parte del hielo que anida en mis circunvoluciones. Si hasta da la sensación que el frió interior es de otro sabor.

Mi tripulante sonríe tímidamente a las expresiones gesticulosas de los que me reciben. Lo admiro preguntándome hasta que punto esta amenidad, nos traerá una fracturada envidia.
No puedo pedirle a ellos ¿puedo hacer algo yo?

Intenta por todos los medios responsabilizarse de las provisiones, imagino que para estar a solas.
Comprendo que es lo que desea, y me asalta por sorpresa la idea de un “nosotros”. Hace tanto de eso que me parece una idea extraña, extranjera.


Todos quieres saber de plazos de tiempo, días, semanas, meses. No digo nada. Mientras le pego el último sorbo a mi vino soleado, los miro con cariño. Seguramente me iré cuando lo desee y es hasta probable que mi tripulante se quede aquí. En definitiva la idea era traerlo a otro puerto.

Sigo siendo en solitario, solo porque hay partes de mi pensamiento que no estoy facultada para compartir. No son cuestiones de deseo, sino de carencia.

Son los recuerdos gratos, y la memoria de unos ojos verdosos los que me trajeron en parte aquí y no me llevaron a otro lugar. Sé que no quiero encontrarme con el pasado, pero este encuentro con otro me traen ganas de conversaciones, intercambio de ideas y hacerme de nueva literatura para la próxima zarpada, como siempre llego pensando en cuando me voy.
Ahora que empieza el mejor clima para navegar, me tomo el tiempo de otro puerto con algo viejo, algo nuevo, algo usado, algo prestado, algo regalado…

viernes

Bitácora.

Novedades a Bordo



El cabeceo. Incesante.
La luz naranja se filtra, realza los tonos de la madera lustrada. Huele a frió matutino.
Los ruidos sobre mi cabeza y la cucheta vacía con la bolsa de dormir sin arrollar.
No salgo de mi funda azul marino, y enciendo la hornalla para el agua.
Pienso en un budín suave al paladar, y se que las galletas serán una desilusión.

La madera contra al madera se desliza chillando sobre mi cabeza, y la luz penetra con la helada brisa, y desvanece lo que quedaba de calidez en mi mejilla izquierda.
Veo su figura a contraluz. Baja sonriendo como si fuera a despenderse un “tierra a la vista” de su boca.
-¡Estamos listos!- dice refregándose las manos.
Mientras saca las tazas plásticas y el tarro a rosca con el café; intento hilar los pensamientos y empiezo a recordar.
Estamos al borneo, fuera de puerto, y falta acicalar los aparejos. El fusible de la luz de babor. La mayor tiene un rife bajo, pero con una mano de rizos llegamos al siguiente puerto. La cosa estaba en el motor gasolero, que con el frío se resiste a la poca fuerza de mis brazos, y no se puede confiar en que una vez apagado no vuelva a encender… ¡claro! las baterías, pero en puerto parecía que recargar una no era primordial para nadie.

Se sienta, me mira. Su sonrisa se desvanece un poco.
-Capitán, si no me cree puede hacer la revisión-
Le sonrío somnolienta a su entusiasmo.
-Me corresponde… pero después de desayunar-
Pienso que fue mejor idea de lo que creía tenerlo a bordo.
Su avidez por alejarse de aquí, no es útil a los dos.

jueves

Bitácora. Encontrar



Despertamos acorralados por la neblina. La ventaja es que Puerto de Perros quedo hundido en ella, y da la sensación de que no estamos allí.
Entre el desayuno humeante, las cartas, y cuarterones; le pregunto a mi nuevo tripulante su nombre.
Dice no tener uno. Dice que lo perdió en este puerto, donde uno suele olvidarse de uno mismo y del cual nunca se parte.

Me levanto y le sirvo más té.
-Pero, las noches que fui a la cantina, todos hablaban de sus preparativos para zarpar antes o después-
Él revisa en su mochila y apoya sobre la mesa una bolsa de plástico con bizcochos de grasa y galletas marineras. Nada más adecuado.
-Siempre es así, hablan, fabulan y sueñan con irse, pero eso nunca sucede. ¿No notó que casi todos son hombres?-
-Tuteame, no creo que tengas unos años más que yo. Y si, lo noté ¿?-
-Puerto De Perros es un matriarcado, no es que me queje, no es diferente a otros lados, pero aquí todos hacen como si la realidad no existiera. Ellos, la mayoría, toman cerveza en las tabernas, café en los bares, trabajan, ¿No miraste quien está en las calles vagando por dinero, detrás de los mostradores atendiendo?
-Si claro, casi todas mujeres-
-¿Entendés? No necesitan ver la verdad, con soñar les alcanza.
-¿Y nadie sale?- Sigo revisando mi carta, y sacando cálculos.
- Que yo sepa vos sos las primera en largo tiempo. Creo que no permaneciste lo suficiente como para olvidarte de vos misma.-
Lo miro detenidamente mientras sorbe de la taza de plástico. Esos ojos dicen demasiado
-No es incomodidad con las personas, es el conjunto; todo este espació el que me ahoga. Toda la miseria, los desaires, las injusticias, todas esas cosas innecesarias que hacen todos los días, prefieren Jugar a comer, hablar a pensar; distraerse todo el tiempo, es simpático y atractivo , y se está a gusto, pero no me alcanza, no termina de llegarme…¿Y es por eso que me buscaste?-
-Si, hace rato que quiero irme, y por tierra no se llega a ningún lado-
-Si eso noté, es un lugar muy grande. Casi una ciudad, pero aislada de todo-
-Cuando permaneces un tiempo, tiendes a creer que no necesitás nada más, y que podes encontrarlo todo.-

Encontrar sin buscar.
Todavía no me cuenta como tiene las “Cartas Marchitas”.
No se como llamarlo.
Imagino que va a tener que inventarse un nombre hasta que logre recordar el propio.
¿Y mientras tanto como le digo?
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miércoles

Cartas Marchitas



Son un grupo dispar. Están dispersas, lastimadas, y aún no piensan en la posibilidad de que la causa sea la misma. Esto que carcome en diferentes lugares del cuerpo, tiene igual intensidad, y crea la misma confusión.
¿Por qué yo? Se preguntan, y escriben sobre el viento palabras de invierno helado.

Una inconexión que las desampara, llevándolas corriente abajo, hasta la infame enfermedad de la mentira congelada en boca de nadie.

Una a una, forman un cuadro que jamás tendrá justicia suficiente; eso que las habita hasta con estoico orgullo, las vampiriza.
Nada que hacer. Mi tripulante las sabe de memoria a casi todas, pero nunca encontró la conexión entre ellas hasta ahora, ni tampoco me confiesa como se adueñó de esas palabras rotas.

Se me ocurre una nueva travesía antes de volver, visitar esas direcciones una por una, y ver con los ojos propios. Es una posibilidad. Y ahora el tiempo está de nuestro lado.
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martes

Bitácora.

Puerto de Perros



Hay puertos únicos. Hay puertos, que quedan como imposibles de no ser visitados. Hay puertos que nos hacen desear lo malo conocido. Hastío, costra, lento cinismo, reconquistando el antecedente.
Borrones sobre la piel que dejan cicatrices, y al borde de lo irreal, se cae en la cuenta, la mente empieza a enumerar retinas, risas, insuficiencias e indolencias.

Arrumbar la visión, tomar aire y agua la nombrar el último puerto de recalada
Confiar en la Bitácora escrita, en la intuitiva ruta de las auto-predicciones.
Retomarse, aunarse, apretarse, reciclarse.

Enmarmolar el hábito proscrito de carecer de la fe suficiente, e hincarse a besarle a la falta de creencias, llorar hasta caerse de risa. Y después, a la mañana, con los ojos hinchados de pensamientos victimarios, seguir sintiéndose un continente de cristal limpio, manchado de dedos; que si se aprieta demasiado se quiebra en las manos.
Con buen pronóstico no les será ya divertido tener un conjunto de cristales filosos sobre las palmas.

Antes de partir, cargo este personaje a bordo, de ojos dolidos, que dice querer ser tripulante en esta conserva unida por el espanto.
Dice: Hay puertos donde los perros se te suben como lobos. Puertos donde solo somos gatos enjaulados detrás del guardamancebo. Puertos donde los felinos se encierran en cubiertas confinadas. Donde se aprende de golpe, y al cabo se levan anclas.

Todavía faltan arreglos antes de partir y mi nuevo tripulante aprende con rapidez las labores de abordo. Carga consigo a todos lados, un atado de papeles; les llama “las cartas marchitas”. Le propongo leerlas esta noche mientras esperamos la vigilia en medio de los ladridos constantes.
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