Mar De Fondo: Bitácora.

martes

Bitácora.

Puerto de Perros



Hay puertos únicos. Hay puertos, que quedan como imposibles de no ser visitados. Hay puertos que nos hacen desear lo malo conocido. Hastío, costra, lento cinismo, reconquistando el antecedente.
Borrones sobre la piel que dejan cicatrices, y al borde de lo irreal, se cae en la cuenta, la mente empieza a enumerar retinas, risas, insuficiencias e indolencias.

Arrumbar la visión, tomar aire y agua la nombrar el último puerto de recalada
Confiar en la Bitácora escrita, en la intuitiva ruta de las auto-predicciones.
Retomarse, aunarse, apretarse, reciclarse.

Enmarmolar el hábito proscrito de carecer de la fe suficiente, e hincarse a besarle a la falta de creencias, llorar hasta caerse de risa. Y después, a la mañana, con los ojos hinchados de pensamientos victimarios, seguir sintiéndose un continente de cristal limpio, manchado de dedos; que si se aprieta demasiado se quiebra en las manos.
Con buen pronóstico no les será ya divertido tener un conjunto de cristales filosos sobre las palmas.

Antes de partir, cargo este personaje a bordo, de ojos dolidos, que dice querer ser tripulante en esta conserva unida por el espanto.
Dice: Hay puertos donde los perros se te suben como lobos. Puertos donde solo somos gatos enjaulados detrás del guardamancebo. Puertos donde los felinos se encierran en cubiertas confinadas. Donde se aprende de golpe, y al cabo se levan anclas.

Todavía faltan arreglos antes de partir y mi nuevo tripulante aprende con rapidez las labores de abordo. Carga consigo a todos lados, un atado de papeles; les llama “las cartas marchitas”. Le propongo leerlas esta noche mientras esperamos la vigilia en medio de los ladridos constantes.
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