Mar De Fondo: Bitácora
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lunes

Bitácora.Volver



Después de este tiempo en tierra, impera la necesidad.
Nunca serví como figura de un elenco estable.
No resisto en los puertos repletos de perros, prostíbulos, y amantes melosos. Me causan placer, pero sigo sintiéndome turista. Es como ir al zoológico. Como me siento en el Puerto de Carmelo, con las gentes con el mate bajo el brazo que se pasean delante de mi popa, mirando de afuera la vida de un velero, o un crucero.
Y este puerto tiene todos los buenos vicios, las ganas, el deseo, y carece de necesidad.
Me da ansia de volver al puerto de partida, y creo que ya no me espera…no tengo donde retornar.
Hago lo que se hacer, partir y mi nao vuelve sin que lo lleve.
Se que hay fiesta con mi retorno, los brazos familiares, los lazos del pasado, lo que decidí dejar. Tal vez en los conocidos pasillos de mármol encuentre un poco de paz mental, o recupere la insana de decidí olvidar; pero será algo conocido, involucionar, abandonar mis sueños, y caer por fin.
Tal vez los otros siempre tuvieron razón.
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jueves

Bitácora Náutica

20 de Julio de 2006



La neblina, que duró todos estos días, se disipo por fin.
El andar a tientas hizo que algunas cosas se hicieran añicos contra el piso Eso pasa con objetos de material quebradizo, pero sigo sin acostumbrarme a estar totalmente rodeada de plástico.
Obviamente ahora el panorama parece sorprender a la vista por asalto, pero los ruidos de anoche ya me advertían que algo sucedía bajo el casco.

El cielo despejado, y en este día primaveral (que no puede durar todo el invierno), descubro que encallé en un “bajo la laja”, piedras que están apenas bajo la piel del agua. Doble incomodidad. Toca laborear para zafar mi barco, y con este calor, sería mejor estar navegando, no solo para aprovechar el clima, sino para que el viento aparente, lo ventile todo, y me refresque un poco la piel.


Desconfío en la estabilidad de esta calidez casual.

Por suerte recibí mensajes de viejos amigos, que se acordaron de mí.
Y yo, llamé a Mi Madre por su Cumpleaños. Si logro salirme de esto, tal vez llegue a tiempo para los festejos del domingo.

Bitácora

Esperé quieta, estática,
con la vista fija hasta que me ardieron los ojos,
entonces caí, los cerré y me dejé caer de espaldas
hasta golpear de plano con la dureza.

Mareo de Tierra*
Volver a surcarlo todo, después de recorrer costas, puerto tras puerto, hasta llegar a un lugar de descanso que lo amerite, un agradecimiento, como un reposo de guerrero.

¿Volver a surcarlo todo? Un nuevo mar desconocido necesita voluntad de entendimiento, descubrir el mapa de a poco, cada piedra, cada accidente, cada destello de la retina, cada alucinante sorpresa, cada rabieta, cada una de la cosas que forman un mapa, pegarle la vuelta hasta creer entender lo que abarca hasta decidir si requiere o no un nuevo puerto de recalada, o solo fue aventura suficiente y volver. ¿Volver a donde? A casa seguramente, por que el hogar del nauta esta en su barco.

Algunas almas son descubridoras,
algunos nautas son solo aventureros.
Algunos marinos son de mar,
otros de agua dulce;
y otros marineros de tierra

Dejar a la tierra marearse dentro, abandonarse a la sensación de vértigo interno, al resto de adrenalina que queda después de zarandearse días completos sin pausa, ese eco de lo que ya pasó, la estela real de la experiencia de navegar rabiosamente de través.



*Sensación de que todo se mueve en tierra, después de pasar tiempo sobre el agua.

martes

Bitácora. Agua.



Pertenecer al agua, es moverse sobre una superficie liquida. Tener a cada paso, una mayor noción de la inercia que conlleva intentar detenerse en el punto deseado sobre una superficie que se desliza con los sólidos que traslada.
Hermosamente, ver deslizarse más allá del fin del propio movimiento, seguir la estela del gesto que persigue al miembro que cesó ya. Permitir el placer de entender que es la precedencia.
Aún así, a veces suele suceder; que es el equivoco gesto, y tampoco hay remedio, sigue flotando en la mente acuosa que asimila, sin querer, indeseando; y a su vez entendiendo que aquello divisado, es una parte de lo posiblemente temido, tanto como posiblemente irrealizable.
Cuestión de formular la serie de correctas preguntas, que lleven a saber lo que se quiere conocer.
Claro, pero antes, hay que conocer bien que es lo que se quiere saber con certeza.

sábado

Bitácora. La Causa del efecto



Habitada ahora por el sitio en el cual no interesa saber. Solo contemplar resultados, fruto de lo producido por el reflejo causal de las cosas.
Debatirme inmensamente ente la tentativa de distracción de hallar causas a tus efectos sobre mí.
Las sombras estáticas, dibujan en el sol aún tibio, esta detención del tiempo que se produce alrededor de nosotros con cada palabra.
Pienso en la sucesión de hechos, en las construcciones, carezco de calificaciones, y se que estarías sonriendo al pensar que no puedo clasificar nada, ni siquiera por colores.
Extrañamente, solía ordenar los pensamientos de arriba a bajo, de izquierda a derecha, y sobre todo del fondo a la superficie, uno de mis dolorosos placeres. Ahora, solo miro las formas que se proyectan sobre las cosas, fruto de nuestras formas juntas a contraluz.
Entonces…cantidades sustanciales de dopamina, la química impostergable, necesidad ante la carencia no evidente, todo esto que vendría a ser buscarle el pelo al huevo; solo me mantiene cavilando ahora, si provecho no juzgar que puede ser determinante para…¿para qué?
Creo que si solo somos esta forma, esta manera, este lapso valedero; a pesar de querer encontrar la científica causa, y hasta tal vez habiéndola hallado; no dice nada, de quien se puso a jugar con nosotros de esta manera simpática, ni tampoco cuando va a decidir apagar el sol; y ni siquiera así, podría decir; (y a pesar del miedo que me dan ciertos espacios carentes de luz), que sea indicio de que cedamos a proyectarnos, tal vez no como grafías, acaso dibujemos los espacios vacíos entre nosotros.
Si nos recortaran ahora, estaríamos ahí de igual forma.

jueves

Bítácora



Sopesar tranquilamente las ganas de salir de puerto, moverse sobre agua, volver a la bitácora insociable, apearse en tierras inéditas
La aptitud capaz de crear viajes inconcebibles que me habita, parece ir palideciéndose forzada-mente
Miro mecerse la hipnótica mansedumbre liquida que me llama, mientras espero que mi barco sea puesto a punto.
Tengo el tiempo en mis manos, sin estar a mi favor, como siempre.
Opciones entre miles: Optar por solo un instrumento de medición, y dejarme guiar por él a puertos nuevos. O convertirme en marinero de puerto. O convenir un puerto. O…

Ya no siento que el viento en la cara me de esa libertad adorada, ahora la veo como una hormonal excusa en la búsqueda de la búsqueda del posible encuentro.
Tengo un puerto en mente, no puedo ya seguir buscando al azar, lo supe al divisar esta costa en la que mi barco decidió detenerse antes que yo.

Y ahora, como corresponde, también sé, que mi barco estará en el agua pidiendo hacer espuma de su proa, en el momento en que no tendré ánimos de partir de nuevo. Pero sigo siendo un pésimo capitán con un velero excelente.
Por eso, me siento aquí a sopesar tranquilamente las ganas de salir de puerto.

lunes

Temporal



Buenos Aires me escupe en la cara tu nombre.
Sudestada en cada golpe de revés en la mejilla del amor que me tienes. Me afirmo sobre mis pies agradecida de hallar cuan fuertes son mis brazos.
Volará mi cuerpo destajado quizás, y aún podrán mis manos permanecer aferradas a las barandas de este puerto, del que en realidad jamás salí realmente hasta poder encontrarte de nuevo. Y si vienes, aquí catarás el recuerdo tangible de que no fui alucinación.

Si no resisto a este charco descolorido, no podría acompañarte en este Océano de almas; para así, tú hacia un lado y yo hacia el otro, poder circunvalar la tierra, para hacer la patria que nos merecimos siempre.
Y sea un hecho o no la cosecha; sí hay ya, un antes y un después de tu fortaleza de mente, alma e indisputablemente cuerpo.

Por lo pronto, puedo darte lo mejor de mi, y lo que más aprecias, la voz de tu viento que te llevó los mensajes en botellas selladas al abrigo de madrugadas fieles a tu encuentro.

Te regalo una palabra: “circunvaler”

PD: I Love You

domingo

Mares



...porque eres todo lo que me falta
Y como podría entonces haber aprendido algo
¿Como podría pretender la perfección del nirvana
Si te me pasas por delante y yo no hago nada?




Pd: Eso lo pintó mi mano, pero no yo.

viernes

Bitácora



Ya pre-siento…
Y sin mirar fija-mente a esta marea la siento fluir debajo de mi casco.
Los días así, de un nublado templado, se prestan para contemplar.
Dejar sonar un par de canciones de duro castellano a las que no les sobra una palabra.
Y ponerse a llorar hasta por lo que todavía no ocurrió, como si eso evitara derramar lágrimas futuras.
Acunar nombres, dejarlos flotar con la corriente hasta quedarse con el último en la boca y gastarlo con el viento hasta que duela la garganta, y dormitar un poco en el fantasma que tiene entre dientes preguntas, preguntas, preguntas.

Y escuchar a todos hablar a la vez en el silencio dentro del eco nublándolo todo aún más.
Y recién ahí, soltar todas las drizas, aflojar lo aparejos, abandonar el barco conmigo dentro.

Rezar.

miércoles

Marino



Trimar. Ponerlas al punto de su rendimiento óptimo, para equilibrar la tensión entre ellas y el viento;
para que le den más velocidad al barco que las porta
Una vigilia constante de atención sostenida para que no se lastimen abatidas por la fuerza que las atraviesa
Observar por el rabillo, saberlas al dedillo.
Y después adujarlas, amarrarlas, cubrirlas acomodadas para que no se ajen
Y dejarlas dormir mecidas en la marina, con el tintineo de las otras jarcias.
O en el pleno silencio del borneo de un paraje cualquiera.

martes

Río, de La Plata



Esta “Playa Honda”, como le dicen a lo que está en mitad del espacio entre Buenos Aires y Colonia, este espejo de agua, que es más bien un charco, parece inmenso desde acá.
Y el “Patio de los Naranjos” está tan cerca que puedo olerlo, y a la Pilsen con chivito que me aguan la boca los tengo delante como una zanahoria.
No está tan mal tener donde ir. Vale la pena hacer semejante travesía solitaria solo para bajarse allá y respirar el aire cordial del conductor que se para en seco cuando te ve bajar de la vereda al asfalto.
Para después hacer llamados a Capital, y decir que uno extraña un poco, y explicar cuando vuelve, y esas cosas.
Y después volverse, planificando cuando retornar, y deseando ver su cara de alegría, por verme viva y sin rasguños.
Y si…es bueno irse, solo para poder volver.

jueves

Mare Magnum



que triste darme cuenta
de esta pobre ignorancia mía
que pena saber ahora
que amargo el desnudo instante
de verte la boca muerta
que rica la consecuencia
de investigarte en lejanía
que lindo cuando creía
que nada estaba inventado
infinitas las posibilidades
y ahora el mundo acotado
de tus labios, falso origen
y que bonito dormirme
creyéndote original
que agraciado escribirte
creyéndome la hacedora
y lo citado es de alguien
y lo dicho es ajeno
y mi mundo estaba hecho
y cito sin haberlo sabido

miércoles

Celada



Y al fin llegue, solo para darme cuenta que ya no estabas.
Océanos de gente atravesaron la capacidad que tenia, surcaron decepciones dentro de esta red urdida a través de los pensamientos que se construyeron en el tiempo espacio que estuvimos tan cerca como lejos.
Aquí estoy, solo para percibir el punto que habitaste, antes de decidir cruzarte de vereda.
Ya sé, es cuestión de partículas al azar, de iluminar y encontrar en un espacio oscuro. Siempre, cuestiones de física.
…Y estas partículas, que componen átomos, que componen células epidérmicas…están sangrando.
…Y estas partículas, que componen átomos, que componen células cerebrales, que conforman un cerebro, que crea pensamientos, sienten dolor emocional…¿Entonces?

martes

Mar de Botellas y Mensajes




Estoy molestamente triste, incómoda. Un congestión de ideas errantes me pesan en la frente, sin aclarar esta nada que no me sostiene dentro de este pequeño mundo que se agota en si mismo. Y este maldito velo que no se corre, y la maldita costumbre de la gente de no sacarme de dudas, ni de mis errores.


Un mar de causalidades se confabula para mantenerme a flote es esta agua helada de afecto genuino. No voy a ahogarme en bilis, ni en llanto, ni en mi sangre.

¿Qué pagarías por hacer? Sigue preguntándome el personaje que se mueve lógicamente en mis sueños. La respuesta es la misma, con variantes menores, y algún adorno de color que le cuelgo para que luzca mejor. Mientras yo sigo preguntándome, ya no quien, sino si habrá alguien, que pueda responder a la tercer cosa que quiero escuchar; y ahí, es donde agoto al universo, que se ríe de dármelo todo, de condenarme al éxito, y de que yo solo siga interesada en los hombres, y en el amor.

Sigo bajando ideas del inconsciente colectivo, disimulándome en el. Sería sencillo tirar en ese negro océano que se rige por las leyes del caos, eso que quiero oír de una boca que ya haya acertado a 2, de las 3 cosas que todo hombre que me gusta debe tener. Pero no, nunca se me escapa ese pensamiento, es una frase exacta, dicha sin importancia, es una expresión de deseo, y una necesidad ajena. Sería más hacedero dejarlo flotar en la oscuridad de señales, y esperar en la orilla el eco, para guiarlo hasta mí… pero no. No quiero amaestrar una mascota
No es alguien que este necesitando decirlo.


Y el aire se me caga de risa por como pienso. Todo a mí alrededor carcajea sobre mi inocente postura, imposible.
Me olvido a conciencia, borro con el codo lo que escribo con la mano de mi meditación sobre la pantalla negra de mi mente, y queda escrito en otro lugar, ahí donde traduzco sin letras y guardo bajo llave sin palabras. Donde más allá de la emoción, se duerme el recuerdo de lo que está por suceder, en los archivos del futuro.

Y saco cuentas, y calculo.
Todo es números impares, todo lo que vale la pena ser contado. Sigo la regla del tres, como quien sigue a su propia sombra, es el tiempo de la espera de lo que vale la pena ser esperado, ni más, ni menos. El tiempo de la resurrección. Terceras, trimestres, triángulos, trío, tripartito, trigrama, trípode, triatómico, Tricromía, tríptico, triptongo…


Veo un jarro blanco de loza, humeante. La mano que lo sostiene, las rodillas flexionadas, el libro sobre los muslos cubiertos de tela blanca.
Hay un salón vacío, rodeado de ventanales al exterior. Piso de madera lustrosa. Baile sin música.

Una gran piedra en una ladera, donde sentarse a admirar el paisaje que brinda un valle, una brisa delicada y un brazo pasado sobre los hombros de quien está al lado.
Siento un beso en la mejilla al despertar, un toque de labios tibios que esperan que abra un ojo para sonreírme.
Alguien habla de que sabe que estamos lejos, que quizás nunca suceda, por que vivimos girando en la esquina no marcada adrede, para confundir al destino. Y yo entiendo perfectamente lo que dice, y todo lo demás; sin palabras; que piensa.
Mira por la ventana a la noche, afuera, a la oscuridad, apoya la mano en el vidrio frió y trata de escuchar lo que no es recuerdos, trata de entender por que se siente así, sin explicación, sin motivo, sin precedente. Es solo a veces, y solo dice “raro” cuando le preguntan, y crea dudas a los demás, pero no miente, no está preocupándose por nada…
Y se pregunta, y formula, y ahora recién después de tanto darle vueltas dice en voz alta, se escucha con sorpresa: “Pero, ¿Qué me falta?”


miércoles

Bitácora

3 de mayo de 2006


Ante el inapelablemente último rastro de naranja sobre cubierta, la impresión de final del día, y de “llego el momento de guardarse”, me recuerda que aquí, se vive con un reloj más biológico.
Según mi educación (y mi hambre), es temprano para cenar, pero no para empezar a cocinar, y decido tomarme todo el tiempo para hacer una salsa a consciencia. Explorando los compartimentos estancos, descubro una botella de tinto; la maravilla de disimularse cosas para sorprenderse. Alguien me dijo una vez, que suelo adelantarme a mi misma.

Mientras los vapores van traspasándome, y llenándolo todo; vierto ¼ de mi copa dentro de mi preparado alquímico, y te recuerdo, no por las veces que cocinamos juntos, sino por todas las cenas que planificamos. Estás aquí, iluminando sin hacer acotaciones a mí receta. Soy yo, la que te da el pan mojado en salsa para que des conformidad a uno de los sabores de la futura cena.


Después; si no hay escarcha; terminaré en el copit, con café y chocolate amargo, esperando que el sueño me gane al fin...

sábado

Bitácora

29 de abril de 2006



La incomunicación puede hace estragos con la razón.
Decía un experimentado navegador en solitario “Todo lo que no te mata es anécdota, y en la soledad, cuando solo te queda hablarle al barco, el único miedo que tenés, es que el barco te conteste”

Vacía la ultima botella de tinto que quedaba, escribí una carta a quien mas extraño es este estado, mientras sorbo; para calentarme; lo que queda en un vaso de whisky que fue de mi madre; después de cocinar polenta lo mas parecido a como mi abuela lo hacía, pero sin cascados platos de metal enlozado, ni verduras de quinta, y sobre todo sin zanahorias.
La tire por la borda con la carta dentro.

Este frío trae buen viento, tal vez vea costa antes de que terminen las provisiones.

La radio parece funcionar mejor, pero la mayoría del tiempo es estática.

miércoles

Bitácora

s/f



Estoy agotada.
No tengo fuerzas ni para tirar botellas al agua con cartas dentro.
Ayer despedí agradecida a mi viejo amigo el capitán. Habló de mantener un cierto respeto de su barco al mío. Se que ya hizo su propia experiencia, y esta, es mi aventura. Tarde o temprano va a volver a tierra a contar anécdotas, y escucharé, con suerte, su voz en la radio de cuando en vez.
Los síntomas externos cedieron, pero aún me siento enferma, y sigo sin poder articular bien. Lo que sea que tenga, me da excesivo sueño.
Por la noche las amarras al borneo se soltaron, y al salir, me percaté de que estoy a la deriva, a no se cuantas millas de ningún lado.
Es angustiante. La misma sensación de no tener costa cercana lo es, pero uno va haciéndose a la idea, a medida que empequeñece todo a la vista.
Imagino que esto es lo que pasaría, y no me agrada.
Voy a racionalizar el alimento, pero ni siquiera puedo calcular para cuanto tiempo.
Por VHF escucho medio fuerte, y poco claro, “3/1” me dice una voz entrecortada.
¿Cómo puede ser? ¿Me aleje tanto durante estas horas? ¿Dormí acaso más de 1 día?
Los instrumentos no coinciden en marca con mis cálculos sobre la Carta Náutica.
Estoy perdida por ahora. Y con un ancla menos.
…Y este helado clima que me entumece la punta de las extremidades y avanza de a poco.

lunes

Movimiento perpetuo



Catas viejas aromatizan memorias que se derriten tras el candor de este vidrio esmerilado.
Distingo los puntos de fuga en las miradas que predicen cuando van a echarme por la borda. Le daría mi reino a quien logre sorprenderme lo suficiente, y puerto tras puerto, sucumbo a desilusionarme para matar el cinismo.
Despuntan reclamos, hasta de quienes desconozco. Señuelos de deseos caídos sobre mis manos de palmas enguantadas; de estas yemas domadas por aluminio y plástico, tanto, que no distinguen una piel de otra.
Intento cualificar de entre todos los susurros al que disfruta alimentándose en mí pesar más que yo.

Mientras digo que está bien como llevan su nao, aunque las velas estén mal trimadas, me piden que gane la Copa América sin el barco adecuado.

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jueves

Bitácora

20 de abríl de 2006



Conserva.

Una niña en cama, sus juguetes favoritos no la sustraen de la angustia de llanto por su malestar. Así yazgo, casi permanezco.
No diagnóstico, solo un síndrome.
A mi boca le sabe amargo todo, no distingo alucinaciones, ni sé que es de ayuda.

Creo que entienden algo de mi sanidad. Proponerme navegar en conserva.
Acepto partir en cuanto el clima mejore, y no empeorar mi fiebre. Entonces entre todos van a cargarme a cubierta mientras siga delirando; me niegue o no; con el primer sol.

Estoy muda. No voy a poder decirle cuantos grados derivar. Mejor.
Tengo miedo. Perder el mando de tu nao es angustiante, no navegar es peor.
Tengo confianza. Sabe más que yo sobre aguas.


Tal vez sea que este puerto… tal vez otro nuevo… sin memoria
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miércoles

Tocar tierra



Dado mi febrícula hago caso a sentirme enferma. No trato de explicarles que solo somatizo estar lejos de mi barco.
Siempre hay que hacer en tierra, uno se prepara a zarpar, siempre.
Zarpar siempre…
Las caras conocidas están contentas en puerto, en un puerto que a mi me resulta ajeno.
Camino por ahí y se donde ir a pie. El mapa de este sitio se desenrolla sin esfuerzo de mi parte.

A la hora de los postres, me escucho decir y veo que cuento anécdotas que no me mataron, como de niña cuando escuchaba los relatos de Lobos de mares solitarios, que me invitaban tinto o mate, mientras mis padres adujaban cabos. Entiendo que para ellos sea relato, y para mi vivencia inenarrable.
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Esta vez intento estar presente, y sueño con navegar solo cuando duermo.

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