Marino
Trimar. Ponerlas al punto de su rendimiento óptimo, para equilibrar la tensión entre ellas y el viento;
para que le den más velocidad al barco que las porta
Una vigilia constante de atención sostenida para que no se lastimen abatidas por la fuerza que las atraviesa
Observar por el rabillo, saberlas al dedillo.
Y después adujarlas, amarrarlas, cubrirlas acomodadas para que no se ajen
Y dejarlas dormir mecidas en la marina, con el tintineo de las otras jarcias.
O en el pleno silencio del borneo de un paraje cualquiera.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario