Mar De Fondo: Mar de Botellas y Mensajes

martes

Mar de Botellas y Mensajes




Estoy molestamente triste, incómoda. Un congestión de ideas errantes me pesan en la frente, sin aclarar esta nada que no me sostiene dentro de este pequeño mundo que se agota en si mismo. Y este maldito velo que no se corre, y la maldita costumbre de la gente de no sacarme de dudas, ni de mis errores.


Un mar de causalidades se confabula para mantenerme a flote es esta agua helada de afecto genuino. No voy a ahogarme en bilis, ni en llanto, ni en mi sangre.

¿Qué pagarías por hacer? Sigue preguntándome el personaje que se mueve lógicamente en mis sueños. La respuesta es la misma, con variantes menores, y algún adorno de color que le cuelgo para que luzca mejor. Mientras yo sigo preguntándome, ya no quien, sino si habrá alguien, que pueda responder a la tercer cosa que quiero escuchar; y ahí, es donde agoto al universo, que se ríe de dármelo todo, de condenarme al éxito, y de que yo solo siga interesada en los hombres, y en el amor.

Sigo bajando ideas del inconsciente colectivo, disimulándome en el. Sería sencillo tirar en ese negro océano que se rige por las leyes del caos, eso que quiero oír de una boca que ya haya acertado a 2, de las 3 cosas que todo hombre que me gusta debe tener. Pero no, nunca se me escapa ese pensamiento, es una frase exacta, dicha sin importancia, es una expresión de deseo, y una necesidad ajena. Sería más hacedero dejarlo flotar en la oscuridad de señales, y esperar en la orilla el eco, para guiarlo hasta mí… pero no. No quiero amaestrar una mascota
No es alguien que este necesitando decirlo.


Y el aire se me caga de risa por como pienso. Todo a mí alrededor carcajea sobre mi inocente postura, imposible.
Me olvido a conciencia, borro con el codo lo que escribo con la mano de mi meditación sobre la pantalla negra de mi mente, y queda escrito en otro lugar, ahí donde traduzco sin letras y guardo bajo llave sin palabras. Donde más allá de la emoción, se duerme el recuerdo de lo que está por suceder, en los archivos del futuro.

Y saco cuentas, y calculo.
Todo es números impares, todo lo que vale la pena ser contado. Sigo la regla del tres, como quien sigue a su propia sombra, es el tiempo de la espera de lo que vale la pena ser esperado, ni más, ni menos. El tiempo de la resurrección. Terceras, trimestres, triángulos, trío, tripartito, trigrama, trípode, triatómico, Tricromía, tríptico, triptongo…


Veo un jarro blanco de loza, humeante. La mano que lo sostiene, las rodillas flexionadas, el libro sobre los muslos cubiertos de tela blanca.
Hay un salón vacío, rodeado de ventanales al exterior. Piso de madera lustrosa. Baile sin música.

Una gran piedra en una ladera, donde sentarse a admirar el paisaje que brinda un valle, una brisa delicada y un brazo pasado sobre los hombros de quien está al lado.
Siento un beso en la mejilla al despertar, un toque de labios tibios que esperan que abra un ojo para sonreírme.
Alguien habla de que sabe que estamos lejos, que quizás nunca suceda, por que vivimos girando en la esquina no marcada adrede, para confundir al destino. Y yo entiendo perfectamente lo que dice, y todo lo demás; sin palabras; que piensa.
Mira por la ventana a la noche, afuera, a la oscuridad, apoya la mano en el vidrio frió y trata de escuchar lo que no es recuerdos, trata de entender por que se siente así, sin explicación, sin motivo, sin precedente. Es solo a veces, y solo dice “raro” cuando le preguntan, y crea dudas a los demás, pero no miente, no está preocupándose por nada…
Y se pregunta, y formula, y ahora recién después de tanto darle vueltas dice en voz alta, se escucha con sorpresa: “Pero, ¿Qué me falta?”


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