Movimiento perpetuo
Catas viejas aromatizan memorias que se derriten tras el candor de este vidrio esmerilado.
Distingo los puntos de fuga en las miradas que predicen cuando van a echarme por la borda. Le daría mi reino a quien logre sorprenderme lo suficiente, y puerto tras puerto, sucumbo a desilusionarme para matar el cinismo.
Despuntan reclamos, hasta de quienes desconozco. Señuelos de deseos caídos sobre mis manos de palmas enguantadas; de estas yemas domadas por aluminio y plástico, tanto, que no distinguen una piel de otra.
Intento cualificar de entre todos los susurros al que disfruta alimentándose en mí pesar más que yo.
Mientras digo que está bien como llevan su nao, aunque las velas estén mal trimadas, me piden que gane la Copa América sin el barco adecuado.
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