Atracción por las minorías
No paran de hablar.
No paran de decir como los demás deberían ser.
No paran de desaprobar.
No paran de poner puntos sobre la “ies” ajenas, como si carecieran de cualquier cosa objetable.
No paran de demostrar que pertenecer tiene solo el privilegio de hacer sentir a otros afuera.
No paran de mostrar que “querer ser” viene siendo más importante que “ser”y que “parecer” siempre es más importante que cualquier otra cosa.
No paran de mostrarle al espejo (que son los otros) que “ser popular” es ser mayoría y masa; y distinguirse es sinónimo de desaprobación y síntoma de miedo a la exclusión.
No se detienen a pensar las consecuencias para sí; ni para los demás; de las decisiones que toman. Ni siquiera se detienen a sopesar la probabilidad de que su imagen ante los demás se desluzca por pensar en masa y no individualmente.
No paran de demostrar que se pueden tener pensamientos sin causa, opiniones sin fundamento y argumentaciones sin lógica.
No paran de demostrar la regla.
No paran de definir la excepción…Por suerte.
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