Mar De Fondo: Lapalabra

domingo

Lapalabra



Algo de amor resta. La dulce palabra se desliza infame hasta alcanzar los confines de su acotado universo, y se estrella contra los vidrios gélidos. Allá afuera el anochecer parece día, sólo porque las ganas de salir a correr apremian. El gato se acurruca dentro de si mismo, “el buey solo bien se lame”, piensa para sí, y ríe sabiendo que es un gato lo que está mirando. La tele, como un esqueleto venerado que sólo otorga su presencia, permanece en un rincón cercano. Entonces, saliéndose de si misma, desdoblándose, la palabra recorre el espacio sobre su cabeza, reposa en algunos de sus pelos erizados y trata de meterse por su boca casi sellada a fuerza del silencio reinante, porque en definitiva ¿A quién se le dice en el silencio? ¿En medio de la nada?. Los labios se separan un poco, demostrando el deseo de ser invadidos, reflejando un acto de buena voluntad que quizás no sea suficiente, pero cuente para algo. Y la palabra pide más espacio, algo más que esa sonrisa tenue que está causando, demanda ser repetida hasta el infinito, para articular hasta el sinsentido, en la memoria, la imagen del nombre que la generó delante de los ojos, la utilizó intencionalmente, y espera una respuesta a cambio. Su contorno se fija contra el parpadeo imperceptible. La palabra sonríe socarrona, incitando, induce y provoca; sin embargo los términos carecen, los sinónimos se estrechan. Lo que antes era luz, se torna lámpara, pero el gélido exterior dejo de parecer real refugiado en la calidez ajena. Sonrisas nerviosas a montones. Notas mentales dubitativas. Tal vez intente un paseo impaciente, un recorrer de arriba abajo intentando un surco inconciente, que le escinda lo gris de la materia lo suficiente como para decir lo necesario, aunque eso implique hacer deslizar y patinar sobre una interminable cantidad de significantes encadenados que describirán incesantes, relatarán insuficientes, y a la postre no dirán nada absolutamente.

Y la ineludible lagrima dio cuenta, aconteció inevitable, haciendo constar no sólo la posibilidad de emocionarse: ese horadar hasta la comisura de su boca, le recordó la ilusión de lo visible, la realidad de lo invisible, su propia pobreza de espíritu, su incapacidad de decir lapalabra, encerrada… bajo los cerrojos de su férrea voluntad deseosa de ser sobornada.

2 comentarios:

Raquel Barbieri dijo...

" (...)su incapacidad de decir lapalabra, encerrada� bajo los cerrojos de su f�rrea voluntad deseosa de ser sobornada."

Me encant� el relato y qu� lindo gatito.

Bien por el cello de fondo en Mar de fondo,

Rachel;)

Marcela dijo...

Le pegó justo!
De que vale poner candados a algo que no intenta ser violado por alguien.

YOYOMA-Bach un solo corazón!!

Besos

Mar