Dialoguito

* Pintura de Gabriel Romero

-Justicia!...Justicia!...-
La llamé a toda voz, desde la vereda de enfrente.
Ella me miró sonriente y me hizo señas de que me cruzase, se sentó en la escalera de mármol envainó la espada, y apoyo la balanza en su regazo.
Me senté junto a ella y deje las cadenas rotas a un costado.
-¿Pesadas, no?- Me preguntó echándoles una mirada. Levanté los hombros.
-Y eso también, ¿no?- le respondí mirando los platos apilados en su falda, llenos de polvo. Solo puso los ojos en blanco.
-¿Cómo te tiene la campaña? Le pregunté mirándola a…la venda.
-Ya sabés que estoy ciega, para mí son todos iguales-
-Pero sorda, no estás.-
-No me lo recuerdes…ya voy a tener que escuchar bastante después de este domingo, siempre se arma revuelo con mi parte “electoral”.-
-Igual, la venda la tenés medio floja, de acá te veo las pestañas.- de dije con sorna.
Ella sonrió y se descubrió un ojo para mirarme.
-Y que querés, si juegan conmigo, joden con la venda como les conviene, tengo un par de "comunicadores", que cada vez que pasan me tocan el culo; el otro día vino uno, de esos con carisma, me toqueteo de tal manera…que me hizo cerrar los ojos. Después me toco decidir si lo dejaban ir o no, le sentí el perfume y me abrí de gambas.-
En ese momento tuve ganas de ajustarle la venda en la cien de manera tal, que se le acomodaran un par de ideas.
-¡Mirá que sos voluble!; igual no digo nada, yo les doy lugar para que se expresen, y se les llena la boca de espuma, defenestran solo a los que les caen mal, y protegen a sus “amigos”, esos que te tocan por detrás.
- ¿Será que no logran conjugarnos?- me dijo mientras se ajustaba la venda como podía.
- Perdoname querida, ¡pero yo no me siento un verbo!-