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I
No prefiero este verde asoleado al oscuro canal en el que encerradas quedaron mis palabras, pero esta calma uniforme es alivio momentáneo, una paz vagabunda.
II
Nadie es idéntico, ni era, y sigue siendo el mismo, que no hace las cosas iguales. Me curan y marinan a fuerza de pasarme esta anestesia somera, de escarcharme la dermis.
III
Qué silencios escucha tu mano y el latir que trepa por el dorso de tu muñeca. Cómo huele el silencio al sol espacioso y tibio. A qué saben las palabras de miel atoradas de bilis.
IV
Ahora que los dejamos solos a la sombra, a qué juegan los demonios personales… los ángeles de la guarda y las mascotas. De qué se ríen los pensamientos del inconsciente colectivo que quedaron flotando sueltos cuando nos fuimos.
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