Luz sobre el filo
El sol seguirá moviéndose, expandiéndose,
hasta subir por la pared blanca,
dibujando en pálidos naranjas el ventanal,
hasta desvanecerse con el día.
__A mi espalda la tenue claridad. Desciendo; despierto. Mientras distingo sabores atávicos, comienzo a sopesar si esto es romántico. Tú mirada verdosa espera, busca. Somnolienta, sólo veo relieves, acariciados por el soplo de luz que se filtra entre las hendijas de la persiana de madera. Creo que anoche llovió. Te incorporo a esa fisura entre abandonar la calidez del sueño y las frías sábanas ¿Estás vestido? ¿Qué te espera hoy? Podría hacer que la culpa te corra más allá de la puerta del departamento, preguntándote: Qué es más importante que yo. No ese sentimiento con el que te quiero ver venir. Podés echarme la culpa por llegar tarde.
__Al borde de la cama, veo tu delgadez emerger con el vapor del baño. Mientras intentás volver a vestirte; huelo tu ondulado cabello. Mis palmas en tus anchas sienes recorren los pómulos; las mejillas hundidas, el mentón alargado hasta el hoyuelo. Definitivamente, esos pelos, que llamás barba, necesitan un recorte urgente. Te reís. Es sábado. Esta tarde te sometés o me aguantás.
__
...Allá abajo, los patios de las casas vecinas lucen desolados. El sol, después de las diecisiete, se expande oblicuo sobre las claras cerámicas rústicas del balcón. El verde de las decenas de plantas se torna iridiscente. El aroma a piedras sobre la tierra húmeda de las macetas marrones se mete al living. Detrás del vidrio, al filo del ventanal, Adrián está sentado en la silla de roble; el respaldo le llega a la nuca. El calor otoñal avanza sobre el parquet que retiene el sol y sube por sus piernas flacas hasta la cintura. Sus manos de dedos largos, sobre el jean negro y sobre la remera celeste de algodón; una toalla inmaculada hace de improvisada bata de peluquería. No aparenta ansiedad. Estático, sigue los movimientos de Ema por la casa. Escucha los ruidos de la cocina. Deja caer la cabeza hacia atrás. A su derecha; ve en el piano y los muebles de roble cómo la madera se intensifica, brilla en las partes donde les da el sol. Los dos sillones de cuerina; el jacquard de las sillas, de los almohadones, del mantel y las cortinas en diferentes texturas de tonos crudos. El tacto es importante para ella, Adrián lo sabe bien y sonríe pensándolo. Todos esos pequeños objetos distribuidos sin abrumar la vista, respetando su privada combinación de tamaño, material o color. La habitación no llegar a ser artificiosa como la vidriera de un bazar moderno.
__La ve cruzar descalza el espacio entre el comedor y el living; hacia las habitaciones; al baño, más sonidos de cajones y puertas. Él sabe bien que está buscando “esas” tijeras, y aunque supone dónde pueden estar, solo sonríe viéndola entrar en una especie de graciosa desesperación. Ema cruza hacia la cocina. Lo ve mirando de costado. Se detiene, inclina la cabeza y le sonríe
__–Ya estamos- le revela
__-OK- contesta Adrián. -Tomate tu tiempo- piensa.
__Ema vuelve entusiasmada. Trae consigo todas las tijeras de la casa. La del costurero, la de la cocina, las de manicura… Las apoya sobre el sillón contiguo. Parada, de frente; pasa las piernas sobre el muslo derecho de él y se sienta. Le apoya las manos en las mejillas, le acaricia las orejas y le tira el cabello hacia atrás. Frunce los labios, dudando.
__-No me vas a decir que te vas a meter con mi pelo- aclara Adrián
__-Ganas no me faltan, pero que se encargue alguien que sepa-.
__Ema toquetea los bellos de la barba, se inclina sobre el sillón y toma una tijera pequeña de punta larga y fina. Adrián cierra los ojos. Ema sonríe de costado, y se acerca con la tijera al mentón. Nota que él está reteniendo la respiración. Le besa el cachete –Relajate, querés, es solo pelo-. Adrián vuelve a respirar, intenta acomodarse con el peso de ella encima.
__Primer corte. Él siente ese inconfundible sonido del filo cercenando cabello.
__-Recibí un llamado- menciona Ema, como al descuido.
__Segundo corte. Empareja algunos milímetros de un grupo de bellos oscuros que asoman. Adrián sabe que es metódica con lo manual. Va a tomarse todo el tiempo.
__-Era una mujer, que me preguntó por vos- explica Ema con la vista metida en el mentón de Adrián, sin dejar de cortar.
__-Le dije que te llame al celular, dijo que lo tenías apagado. Le pregunté si era urgente; me dijo que no, pero que era importante. Le dije si quería dejar mensaje, dijo: no. Y cuando le pregunté el nombre… hizo una pausa y cortó-
__Ella vio como él tragaba saliva. La nuez le subió y bajó rápidamente.
__-¿Quién es?- preguntó Ema
__-No sé…- susurró él, intentando no mover mucho la boca.
__-Después te llamé. Y sí, tenías el celular apagado. Llamé al trabajo y no te ubicaron.
__Ema se aleja para admirar su obra. Ladea la cabeza. Ahora, a barba luce más uniforme.
__Adrián sabe que está indagando ¿Qué debería decir? Está claro que desconfía. La verdad ya no es importante. No importa lo que diga; ni cómo lo diga. La mira, intenta verla. Recorre su cara. A contraluz, el rostro es un ovalo irregular y el atado cabello castaño tiene destellos rojizos. La frente amplia. Las pestañas largas bajan y suben cubriendo sus ojos marrón claro. En la pequeña nariz, los orificios ovales se ensanchan; las demarcadas aletas suben; los surcos alrededor de la boca se estiran. Labios gruesos sin pintar, fruncidos. El mentón algo encogido y ese gesto de trompa… Se ve graciosa. Como siempre, luce decidida. La sabe extremadamente serena, como súbitamente apasionada. _¿Cual de las dos corta la barba?
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8 comentarios:
¡La barba la peina, dibuja, mantiene y corta la Barbieri, que para eso se llama "Barberos" en italiano, joder.
¡No me quite los clientes!
Me gusta mucho tu cuento nuevo y la estética de Mar de Fondo.
;)
no está en mis intenciones (conscientes al menos) quitarte clientela.
y con la estética, hago lo que pudo y no lo que quiero.
...solo porque mis conocimientos llegan hasta la orilla de mis ganas.
Besos
MarDeFondo
Hola morocha studentessa,
Por acá pasó una rubia miresha...
¿Así que andás estudiando a Ferdinand de Saussure?
La fina rubia te dice con voz de Mamá Cora hablándole al Felipe:
- "Un día, vas a ser chupada por un libro... vas a ver, te va a chupar el libro y no te vamos a encontrar más..."
(con todo respeto).
Beshosh
La Barbera de Devoto
PD: Me gustó tu frase de que "ser escritor no siempre es saber la línea entre realidad y ficción".
Miresha Barbera:
Un día de estos te voy a contar porque la frase "vive en una novela" cíclicamente recala en mi vida, demarcando relaciones.
No me niego a que me chupe un libro. Tal vez caiga en alguna dimensión interesante. Aunque, de los que estoy leyendo, no me gustaría quedarme a vivir en “Tratado de ateología” (me quedaría sin fe) o “Hist. De la lingüística de Cerný” (demasiado checo) o “Acéphale de Bataille y otros” (¿vivir filosofando?) …ahora que lo pienso mejor no, creo que no estoy leyendo un solo libro en el que me gustaría vivir. Definitivamente debo encontrar una buena novela para leer.
¿Recomendaciones?
Lo admito: Sobre lo que pienso (de escribir y otras yerbas) hay más en tu blog que en el mió ;)
Besos estudiantiles
Pd: me alegro por Juan Andrés.
Pd2: te mando mail con chusmerios del ambiente común.
Muy lindo el cuento! Queda muy linda la tensión que se crea con las preguntas y la tijerita dando vueltas. Gracias! Lo disfrute mucho.
Saludos,
Lisandro
L.F.T.:
Se agradece...infinatamente.
Saludos
MDF
Ja! Muy Cerati tu agradecimiento.
Ciao.
L.
Gracias ... Totales
!cuac!
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