La PrEcedencia del olvido

Tras mis parpados, la imagen del agua turbia se diluye; una foto tornándose descolorida con el tiempo hasta el monocromo. Solo resta el trino tenue, y la memoria del aroma empapado en verde.
Los timbres vocales se diluyen en cada expiración.
Afuera, la calma se sostiene por si misma, meciéndose ínfimamente.

El espejo del pasillo me devuelve; después de varios intentos; la compostura que supe tener; y las horas bajan; y el día muere; y salgo corriendo en un intento por ser puntual.

El recuerdo de tu encuentro me corretea sobre el pasto nocturno, a metros de los ruidos de la fiesta. Cedo. Te ubico. Llego 5 minutos después de que todo terminó, justo para acompañarte a bajarte del taxi y caminar por Av. Corrientes. Como siempre, soy yo quien dice más veces “yo también, …” mientras ni siquiera recuerdo que en casa las ventanas están abiertas de par en par y acá llueve sofisticadamente.
Hoy estamos en la otra punta.

Sobre la piel del destino, las marcas hacen el camino inverso, borrando las rutas que intentaron encontrarte tiempo tras tiempo. No vas a enterarte que me cansé de buscar. Tal vez haya una mejor opción: La inacción.

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