Bitácora
3 de mayo de 2006
Ante el inapelablemente último rastro de naranja sobre cubierta, la impresión de final del día, y de “llego el momento de guardarse”, me recuerda que aquí, se vive con un reloj más biológico.
Según mi educación (y mi hambre), es temprano para cenar, pero no para empezar a cocinar, y decido tomarme todo el tiempo para hacer una salsa a consciencia. Explorando los compartimentos estancos, descubro una botella de tinto; la maravilla de disimularse cosas para sorprenderse. Alguien me dijo una vez, que suelo adelantarme a mi misma.
Mientras los vapores van traspasándome, y llenándolo todo; vierto ¼ de mi copa dentro de mi preparado alquímico, y te recuerdo, no por las veces que cocinamos juntos, sino por todas las cenas que planificamos. Estás aquí, iluminando sin hacer acotaciones a mí receta. Soy yo, la que te da el pan mojado en salsa para que des conformidad a uno de los sabores de la futura cena.
Después; si no hay escarcha; terminaré en el copit, con café y chocolate amargo, esperando que el sueño me gane al fin...
3 comentarios:
Para mi "Abu Maria" quien me lleno de aromas, silencios de cocina, y recetas a ojo de buen cubero; hasta el último día de su fragilidad de piel translucida, dándolo todo sin detenerse demasiado, y adorándome solo por que era Yo.
Entonces brindemos por todo lo que aprendiste y te legó tu "Abu Maria".Desde el otro extremo del universo debe estar muy orgullosa,por la cocinera descansando en pleno mar,en semejante atardecer.
Abrazos anaranjados!!
Muy hermosa entrada llena de sabores y remembranzas.
Lindo el homenaje a la abuelita María.
¡Un beso y adelante con la bitácora!
Raquel:)
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