Uh, melancolía
Hablamos de melancolía en la ruta, de los bordes entre estar deprimido, triste o melancólico y las ventajas de escribir o crear estando melancólico aunque no tanto estando triste. No es la primera vez que tengo este tipo de conversación: artistas, escritores, amantes de la literatura, científicos coinciden en diferenciar a la tristeza de la depresión y a estas últimas de la melancolía.
Para algunos es un dulce estado, hasta pacífico en el que se recuerda generalmente a alguien (más particularmente algún amor pasado). Para los estados en los que se extraña un lugar prefiero la palabra morriña que es la nostalgia por volver a un lugar.
La melancolía no tiene el llanto interno o externo de la tristeza ni el desgano existencialista de la depresión, más bien lo extrañado se instala en un rincón, en la periferia de la percepción y con presente constancia nos deja colgada la mirada.
Vinimos por una ruta soleada, que abandona un mar, reconociendo nuestras melancolías sin morriña Si quizás el mar se hubiera tragado algo de lo que flota en la piel y la mirada esto un hubiese ocurrido. Si algo demuestran los viajes es que uno puede partir y todo va con uno; que para tomarse vacaciones en uno no hay que ir muy lejos y que para tomarse vacaciones de uno solo hay que entretenerse con algo que ayude a no pensar.
Estoy melancólica y quizás vos también, mi melancolía me pide saberlo… me compele eso… entre otras cosas.
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