Mar De Fondo: Camisón

martes

Camisón


El algodón gris, grueso y suelto, estrena mi piel envejecida y disfruta por mí. Madre, coqueta con su marido, dice que el algodón se le pega a los pliegues, que le marca los rollos y que él la mira demasiado sin gustarle, y es por eso que no quiere este grueso calefactor hecho tela para dormir. A mí no me importa mucho mi aspecto, quizás porque no poseo compañero de cama a quien agradar; pero me resulta tierno que ella todavía quiera aparentar belleza física, que aún sea coqueta hasta a la hora de dormir.
Algodón grueso y bañado de puntillas blancas en el pecho, que me hace tetas de madraza amamantando. Me veo obesamente mujer, portentosa y abultada, esta exuberancia soy yo, este mirarme en la comodidad y sentirme en la suavidad es ser quien siente este relajo sin aristas, ni roces; todo esto es lo que soy y todo esto escribe líneas; toda esta humanidad se mira de perfil en el espejo y quiere aparentar menos masa. La eternidad es así de momento: en la época que sea, siempre se podría estar mejor y todo tiempo pasado aparentemente fue mejor dado el hecho de que la gravedad y la juventud jugaron papeles benéficos entonces.
Miles pueden relatarte tu belleza, pero si no estás dentro del sentir tu belleza emanar, no hay voces que te convenzan y al final uno es tan hermoso como escucha, o bien se permite ser lo suficientemente bello, o bien se convence por dichos ajenos
(Siempre queda el desprecio como opción). En el ojo propio está la viga y la paja, sentirse nunca termina de ser una cuestión de orgullo o ego. Ser y estar, permitirse y aceptar, pertenecer a la mirada del otro y entender favores y contras.

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