Mar De Fondo

martes

La luz insidiosa de la madrugada me despierta. Vos, seguís dormido. Mejor así. Me cuesta desperezarme del todo y estirarme a mis anchas –será cuestión de tiempo, que me acostumbre a la situación-. Te veo la nuca y escucho tu respiración, este gesto de desear acariciarte con una yema la línea de cabellos que se dibujan desde la parte posterior de tu oreja hasta tu nuca ¿Es un acto egoísta que desea despertarte? Es tan tentador acariciarte un poco… Se me caen los párpados. Un poco de la luz que se filtra por la ventana dibuja tus contornos. Si supieras qué dibujar es mirar la vida un poco en blanco y negro, en luces y sombras. Cuando dormimos poseemos cierta belleza de la que carecemos el resto del tiempo. No está mal la idea de levantarme y adelantar parte del desayuno, pero los pies se me enfrían y estoy cómoda cerca de tu calor. Es cuestión de poner atención a lo que le pasa al cuerpo y es tan fácil percibir en qué lugares tú calor me irradia. Son las superficies de mí más cercanas a las tuyas. ¿Yo te dije que sos tibio? Si yo pudiera tocarte sin tocarte, si yo pudiera beber de la superficie de tu piel sin sacarte de lo onírico, porque es mí satisfacción sacarme las ganas de recorrer un pequeño espacio de la piel de tu hombro y a la vez dejarte así, en los brazos del sueño que te envuelve absolutamente y me tiende un velo que no te oculta. Es así como me sonrío a todo lo largo de mi despertar y te veo absolutamente hermoso. Bello. Y me siento repleta, llena. Lucís relajado, laxo. Extendido más allá de mí presencia. Ni siquiera es la hora ni el momento para pensar cuál es la materia que forma tus sueños –o si resido en ellos o no- es el instante ínfimo de la admiración, de la sorpresa… es el efímero momento en que tomo consciencia de que estás, de que sos…sos este puro presente que te tiene cerca de mí. Y si hay un Dios afuera, quizás este presente sea mañana… y mañana no sea sólo anécdota, anécdota y puro texto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

cartas de amor para uno mismo, que nunca llegan a darse al otro, que se echan al aire o al blog pero cobran seriedad y compromiso y realidad si se dan al otro, y él no sabe qué hacer

¿te sucede a veces? una carta de amor inspirada puede ser preciosa, pero si se usa en la realidad a veces el destinatario, por preciosa que sea, no sabe reaccionar

te quiero millones, marce,

santi

Marcela dijo...

Suele ocurrir en tu caso y el mio que ese "a veces" sea de una habitualidad pasmosa.
Las cartas de amor publicadas son un acto de vanidad, una actitud desesperada de comunicar, una forma de pretender que se dijo aunque no a quien se debería… todo eso junto y por separado.
La mayoría del tiempo son una expresión de deseo, un recuerdo, un revivir. Escribir siempre está anclado en el pasado.
Siempre son un acto catártico, egocéntrico, una forma de traspasar la responsabilidad de lo que se siente al otro. (Y tener la osadía de esperar que el otro haga algo al respecto, je)
No creo que cobren seriedad y mucho menos compromiso. Que sin querer se obtengan reacciones inesperadas puede ser, prefiero eso a la nada. “Solo el que arriesga se equivoca” Una buena forma de no equivocarse es convertirse en planta, je.
(Acá diríamos en “potus”)

Yo también te quiero Santi, a mí manera

Marce