Un Pecado
Detonador: Leí este comentario de un escritor sobre que los escritores escriben sobre sus obsesiones: una forma de seguir diciendo que la literatura es una parte de las obsesiones del escritor. Rescato para mis obsesiones personales –una de tantas- los siete pecados capitales entre las preocupaciones de este día en particular. Los celos son ¿El tema del día? No. Mejor la temática de estas horas hasta que el día termine, o tenga un corte (muchas partes de un solo día, muchos días que son etapas, minutos que parecen hoy, y hoy es un instante atemporal).
Como decía… los celos son un temita que me ronda hace tantos años, los suficientes años como para haberlo resuelto y los pocos años como para definir de que se trata este asunto.
Celos: sentimiento recalcitrante que le dice al cerebro que desconfíe de la cantidad o calidad del afecto de alguien, y que hace mella en cualquier relación.
Paranoica sensación que orilla la desconfianza y te deja orillado, pensando que no sos tanto como creías que eras para el otro, lo cual implica que indefectiblemente te sentís menos, o por lo menos no tanto cómo tus pretensiones pretenden.
Ácido gástrico que carcome la superficie que fue lisa y llana, convirtiéndolo en una porosidad en la cual cualquier pensamiento esponjoso se abarrota de gérmenes patógenos que pueden infectar las bondades que la relación en cuestión supo conseguir naturalmente en sus primeros instantes.
Estar en celo es pretender a otro con determinados fines que suelen tener que ver más con la biología que con la avanzada psicología. Pero igual me equivoco, ya que estar en celo es un estado que no distingue sujetos (dicen que las hembras conocemos exactamente de que se trata ese asunto en ciertos fértiles períodos lunares). Digo –razono entonces- que el celo no tiene mucho que ver con el amor. Etimologías. Retomo.
En el humano amor los celos no parecen estar ausentes, es más, aparente y eternamente presentes las celosías son una parte de cualquier relación documentada, analizada, descripta…
Celosía: Enrejado madera o de hierro que se pone en las ventanas para que las personas que están en el interior vean sin ser vistas.
En los lugares donde la mujer ajena no debía ser vista la celosía era una ventana que miraba sin ser visto, y de parte de quien escondía detrás de la celosía a alguien una manera de proteger a quien no debe ser mirado por cualquiera, y que su vez pueda ver sin ser visto. Las celosías se ponían en los templos judíos y musulmanes (hasta hoy día) para ocultar los rostros de las mujeres, para que no sean divisadas directamente por los hombres como una forma de que no se tienten mientras invocan al Dios que adoran. Las celosías, entonces, permitían (y permiten) no tener al rostro y la figura femenina como distracción.
Se supone que es en este punto del texto donde una conclusión, una reflexión, una sumatoria de todo lo expuesto debería resumirse en un pensamiento…
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A veces algo inconducente tiene la virtud de no serlo y de permitir… sólo de permitir que sea alguien más quien conduzca.
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Todas las imágenes son de la película Constantine.
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3 comentarios:
conduce tú, amor, así puedo mirarte a los ojos, así puedo con mis ojos tenerte, y no tener yo que mirar la carretera
conduce tú, amor
:)
amor
Santi:
Dejar que el amor conduzca...
Sí fuese tan fácil todos serian conducidos por el amor y los celos son una forma de ceguera más.
Tú te sabes celado, y hay cierto placer en eso. El problema lo tiene el celoso y no el celado, el problema de los celos es cuando se convierten no en ojos que miran, sino en armas que apuntan a lo amado y que si se torna patógeno termina apuntando a la cabeza del celoso.
Besos
Mar
Marce,
Te dejé un premio en mi blog...espero que te guste!
Cariños
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