La Palabra que oculta
__La palabra oculta y muestra al mismo tiempo. A pesar de haber sido creada para comunicarnos y darnos a entender, inventamos tanto las leyes como las trampas.
__A la hora de conversar (leer o escribir) suelo encontrarme ante la misma pregunta: la letra, la palabra escrita u oral ¿Muestra o ayuda a ocultarse? Está claro que en la intencionalidad está la respuesta, pero muchas veces un discurso suele ser más complejo que las palabras dichas y las intenciones en la forma de decirlas.
__Se supone que un interlocutor perfecto –legítimo, en términos de Bordieu-, escoge con exactitud su “texto contextualizado”, su discurso modalizado para ser captado con propiedad. Pero no siempre funciona de ese modo. A diferencia del discurso académico, suele ser en la “expresión de las emociones” donde más asiduamente los discursos se tornan ambiguos, oscuros, confusos o equívocos. Estas insuficiencias, estos desacuerdos que surgen entre las personas, suelen deberse a diferencias de concepto en el significado del uso de las palabras, a “malas interpretaciones” del discurso ajeno. Una discusión clásica puede empezar con la frase: Lo que me quisiste decir es esto... Con el consecuente intento de elucidación posterior, que con suerte aclara y no sigue oscureciendo, y que suele comenzar con un: “No, yo lo que te quise decir fue…”
__Pero antes aclaremos algo: no se puede negar que en ciertos discursos -como es el caso del perverso narcisista- este ocultamiento, aunque puede no ser conciente, tiene una finalidad: la de atraer constantemente a su interlocutor a preguntarse ¿Qué me quiso decir? Esta ambigüedad, donde dice sin decir específicamente, es parte de su patología de oscurecer con el discurso.
__Otro discurso que resulta más que confuso, contradictorio es el de las personalidades histéricas con sus “subtitulados” y “dobles discursos e intenciones”, que confunde de forma tal que deja entrever en lo grupal una unidireccional intención, creando una complicidad que en general tiene carga erógena. El tercero es testigo del juego histérico que consiste en ser mirado y no ser tocado.
__Aclarado que ciertas conductas pueden ser tomadas como patológicas traslucidas a través del discurso, existe algo que puede resultar parecido, pero que es muy diferente: la imposibilidad de expresar sentimientos que está relacionada directamente con el temor a ser juzgado por ellos. Es aquí donde el sentimiento que la palabra oculta, aquello que no se sabe expresar en palabras puede darse a entender mediante acciones y hechos. Esto no puede ser interpretado como patológico, aunque sí como ambiguo y contradictorio y más posiblemente problemático.
__Muchas veces la ambigüedad no es una imposibilidad sino una intencionalidad, una forma de decir sin comunicar, omitiendo detalles que implican contar pormenores, de forma tal de poner el énfasis en otra parte del discurso. Puede ser considerado un relato frío y distante, hasta incómodo, manipulador o algo perverso, pero es parte de una habilidad personal para manejar el discurso propio y dejar en claro qué no se quiere decir.
__La intención opuesta a la ambigüedad es el discurso plagado de detalles que pueden lucir azarosos, pinceladas contextuales que están comunicando datos que se desea que el otro sepa. En esta habilidad de la personalidad hay también un lenguaje oculto tras las palabras.
__La habilidad de manejar el discurso, tanto oral como escrito, mostrarse en el o esconderse detrás de las palabras emitidas tiene que ver tanto con una habilidad desarrollada por la personalidad, como con la posibilidad de analizar el propio discurso y el ajeno. En general son las personas con cierta predisposición al análisis textual o al análisis discursivo las que ven entre líneas en el discurso del otro tanto lo que dice como lo que pretende ocultar, y ambas cosas toman relevancia. A modo de ejemplo, si se me dice: “Ayer fuimos al cine y la película no me gustó.” Se me informa que la película no le agradó, que no se fue sólo, y que no se quiere mencionar con quien fue. Las interpretaciones pueden ser muchas, desde el acometimiento de un acto fallido, hasta la intención de causarme curiosidad para que me pregunte (y en su defecto le pregunte) ¿Con quién fuiste? En todo caso, algo siempre se muestra más allá de lo que está a simple vista.
__La palabra mostrada oculta intenciones, la palabra oculta muestra un espacio; ella expone tanto como queremos, y nos ocultamos en ella si lo deseamos. A veces pensando que nos escondemos estamos diciendo más que lo que las palabras dicen, y si bien la palabra parece haber nacido para explicarnos mejor, darnos a conocer e intentar expresar sentimientos, es más bien la punta del iceberg de lo que somos como totalidad.
__Se supone que un interlocutor perfecto –legítimo, en términos de Bordieu-, escoge con exactitud su “texto contextualizado”, su discurso modalizado para ser captado con propiedad. Pero no siempre funciona de ese modo. A diferencia del discurso académico, suele ser en la “expresión de las emociones” donde más asiduamente los discursos se tornan ambiguos, oscuros, confusos o equívocos. Estas insuficiencias, estos desacuerdos que surgen entre las personas, suelen deberse a diferencias de concepto en el significado del uso de las palabras, a “malas interpretaciones” del discurso ajeno. Una discusión clásica puede empezar con la frase: Lo que me quisiste decir es esto... Con el consecuente intento de elucidación posterior, que con suerte aclara y no sigue oscureciendo, y que suele comenzar con un: “No, yo lo que te quise decir fue…”
__Pero antes aclaremos algo: no se puede negar que en ciertos discursos -como es el caso del perverso narcisista- este ocultamiento, aunque puede no ser conciente, tiene una finalidad: la de atraer constantemente a su interlocutor a preguntarse ¿Qué me quiso decir? Esta ambigüedad, donde dice sin decir específicamente, es parte de su patología de oscurecer con el discurso.
__Otro discurso que resulta más que confuso, contradictorio es el de las personalidades histéricas con sus “subtitulados” y “dobles discursos e intenciones”, que confunde de forma tal que deja entrever en lo grupal una unidireccional intención, creando una complicidad que en general tiene carga erógena. El tercero es testigo del juego histérico que consiste en ser mirado y no ser tocado.
__Aclarado que ciertas conductas pueden ser tomadas como patológicas traslucidas a través del discurso, existe algo que puede resultar parecido, pero que es muy diferente: la imposibilidad de expresar sentimientos que está relacionada directamente con el temor a ser juzgado por ellos. Es aquí donde el sentimiento que la palabra oculta, aquello que no se sabe expresar en palabras puede darse a entender mediante acciones y hechos. Esto no puede ser interpretado como patológico, aunque sí como ambiguo y contradictorio y más posiblemente problemático.
__Muchas veces la ambigüedad no es una imposibilidad sino una intencionalidad, una forma de decir sin comunicar, omitiendo detalles que implican contar pormenores, de forma tal de poner el énfasis en otra parte del discurso. Puede ser considerado un relato frío y distante, hasta incómodo, manipulador o algo perverso, pero es parte de una habilidad personal para manejar el discurso propio y dejar en claro qué no se quiere decir.
__La intención opuesta a la ambigüedad es el discurso plagado de detalles que pueden lucir azarosos, pinceladas contextuales que están comunicando datos que se desea que el otro sepa. En esta habilidad de la personalidad hay también un lenguaje oculto tras las palabras.
__La habilidad de manejar el discurso, tanto oral como escrito, mostrarse en el o esconderse detrás de las palabras emitidas tiene que ver tanto con una habilidad desarrollada por la personalidad, como con la posibilidad de analizar el propio discurso y el ajeno. En general son las personas con cierta predisposición al análisis textual o al análisis discursivo las que ven entre líneas en el discurso del otro tanto lo que dice como lo que pretende ocultar, y ambas cosas toman relevancia. A modo de ejemplo, si se me dice: “Ayer fuimos al cine y la película no me gustó.” Se me informa que la película no le agradó, que no se fue sólo, y que no se quiere mencionar con quien fue. Las interpretaciones pueden ser muchas, desde el acometimiento de un acto fallido, hasta la intención de causarme curiosidad para que me pregunte (y en su defecto le pregunte) ¿Con quién fuiste? En todo caso, algo siempre se muestra más allá de lo que está a simple vista.
__La palabra mostrada oculta intenciones, la palabra oculta muestra un espacio; ella expone tanto como queremos, y nos ocultamos en ella si lo deseamos. A veces pensando que nos escondemos estamos diciendo más que lo que las palabras dicen, y si bien la palabra parece haber nacido para explicarnos mejor, darnos a conocer e intentar expresar sentimientos, es más bien la punta del iceberg de lo que somos como totalidad.
MarcelaViora
...
..
.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario