Taconeo
La última luz se torna azul a mis ojos, el último naranja es igual a un sol frío, antesala de la noche sin luna. Los espacios se repliegan lentamente sobre si mismos, acompasando mis pasos de retorno. No dije nada, no dije…
Antes de eso, las parejas de baile se mecían, bien o mal, al compás de la espera que supone poder antes que querer, desear y disfrutar de las dilataciones de los rituales de conquista, ese devaneo en el aire que se respira llegando al cerebro sin aroma, con efecto, como las dopaminas.
Vuelvo a mis pasos agrestes sobre las vainillas porteñas. Con el clin, clin de las llaves en la puerta caigo en la cuenta que no calculé los daños, que se posponen a mis movimientos; otra vez.
No, no dije. Debería haber… hubiera podido… pero no, y el momento preciso se desvaneció sólo porque las palabras dentro de mi boca no pudieron mover mis labios.
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2 comentarios:
El día que leí esto que habías escrito, acababa de escribir algo que sin querer queriendo desembocaba en el decir y no decir. Me pareció que me habías ganado de mano y no lo postié, porque entre los dos (que no habíamos dicho) ibamos a decir demasiado; pensé que mejor en un par de días.
Saludos Mar!
Mare:
Cuando fice el post, lo había escrito días antes. Si ninguno supera sus modales lo más probable es que nos quedemos sin escribir más nada...mas nada...
Ahora paso por allá.
Saludos!
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