Nos los representantes…
BANDERAS A MEDIA ASTA
En el 83 estaba con las boinas blancas de mis tías radicales y la onda del peronismo era una sombra que le había dejado el poder a los militares. Me gustaba ser radical, y festejé, como la niña de 13 años que era, que Alfonsín ganara las primeras elecciones democráticas en demasiado tiempo. Hubo un par de años de enamoramiento y el resto parecen ser recuerdos nefastos, estar siempre al borde de volver a la dictadura, al borde de pederlo todo, al borde del desborde social y Don Raúl se retiró unos meses antes adelantando las elecciones. Se lo odió muchos años, se lo consideró una figura nefasta, alguien que no logró gobernar, alguien que pactó mal… El tiempo pone todo en perspectiva y las comparaciones son inevitables. Raúl Alfonsín, el primer presidente democrático de esta nueva era quedará como un hombre de la vieja política, “gallego” testarudo, como lo recuerdan algunos, discutidor y duro, ahora es visto como una figura con fallas y defectos pero que no tuvo una denuncia de corrupción o enriquecimiento ilícito. Si todo tiempo pasado fue mejor siempre tiene que ver con el grado de inocencia y desconocimiento. Éramos demasiado jóvenes e inexpertos… quizás. Dicen que nunca dejó crecer a su partido (la UCR) más allá de su figura, dicen que dentro de su partido nadie estaba a la altura para dirigir como él lo hizo, dicen que los peronistas nunca van a dejar gobernar a ningún radical, dicen que…
Hoy murió y yo, que tiendo a no creer en casualidades, me parece que se murió justo cuando un debate sobre lo que un político se supone que sea, sobre lo que se supone que la democracia debiera ser, viene perfectamente bien en medio de una gobierno que levanta banderas ilusorias para pretender ser lo que nunca fue.
No me interesa nada de Ricardito, ni de Storani, ni de Jesús. Lo que su entorno no logró no puede ser mérito, ni puede ir en desmedro del personaje que encarnó un hombre que le puso el pecho e hizo lo que se suponía. Un hombre que para asumir como presidente tuvo que renunciar a su realidad amorosa y volver a mostrar a su “mujer” como primera dama porque para la constitución nacional un presidente debe ser católico y cumplir esas reglas. Nos preguntamos por qué algunos buscan la manera de transgredir las reglas. ¿Nos preguntamos si esas reglas no ofician de condicionamiento a la honestidad a la hora de dedicarse a la política?
Hay que dejar de lado una que otra cosita a la hora de militar, por sobre todo hay que dejar un par valores en el camino a la hora de ocupar cargos que cambien el destino de los otros. Hay que negociar…con los demás, con uno.
Se supone que para ejercer la política, que para tener vocación de servicio uno no debiera dejar en el camino tantas cosas que hagan que uno se convierta en lo que nunca debió ser para ser la figura que es.
No somos la sociedad que nos gusta y de todos modos somos parte de ella
¿No viene siendo hora de que nos preguntemos al espejo que cuál es nuestra contribución a este estado de cosas?
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P.D.: Me aprendí el preámbulo de la Constitución Nacional gracias a "Alfonso", después de todo me grabó en la memoria lo escencial:
"...constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino..."
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