Pasaba por acá
Yo estaba dentro y tú estabas fuera.
Él se detiene y yo sigo, sigo caminando, escribiendo, mirando…sigo de largo y me paso un alto. Sigo. Reveo, exprimo, lavo las cortinas, los muebles, los pisos, las alfombras del dormitorio; que se llena de estrellitas fluorescentes que se caen sobre mí, sobre la cama y las mesitas de luz durante el día y sobre todo durante la noche. Me levanté con una estrellita en la cintura, esa que ya no lo parece pero lo es. Enjuago los toldos, los trapos de piso, los repasadores; barro al piso, al cielo raso de telarañas y al gato. Peino mis bucles, mis lamentos, mis esperanzas, al espejo del baño y al del pasillo. Acomodo las sábanas y las toallas por color y tamaño en un esfuerzo por hacer de mi falsa obsesión un mantra que aletargue lo que no quiero pensar y sobrevuela. Ya no puedo ni siquiera llorar porque ahora soy feliz en teoría. Me explico y no me doy a entender. Ya no me quedan ganas de exponerme a la intemperie de una primavera que solo espera de mí piel y no pensares. Borja no para de hablar en la tele, lo conozco tanto que su “de lujo” ya me saca de quicio. Bajo y subo, y mejor que baje, que todo baje, que se bajen todos, que el mundo no pare que igual yo me bajo hasta enero. Acabo de despertar al hecho de que no estaba despierta. Sueño con él, con el anterior y con el próximo posible, todos me hablan pero solo ellos me piden que los reconozca por lo que son, por lo que provocan, por lo que se extiende más allá de las palabras. Y las palabras empiezan de nuevo a abarcar los espacios, los recovecos, las horas, los vacíos, los llenos. Ya debería pensar en salir a correr, en salir a buscar, en buscar para no encontrar y nada parece lo mismo. Me siento en el sillón de cuero blanco del balcón a nuevo, me siento a otear la brisa antes de la tarde, me siento a respirar el calor del sol casi intenso que se cae hasta morir, me siento y antes de salir no quiero salir, me siento y quiero ver de nuevo los atardeceres y meditar, me siento y me acuesto afuera y quiero morir en el último suspiro de la tarde cálida, hasta que la piel se me enfríe con la noche. Alguna vez, tal vez, alguien va a tocarme nuevamente en el hombro y va a lograr que gire a mirar, mientras tanto sigo, sigo caminando, sigo leyendo, sigo esperando, sigo queriendo, sigo deseando, sigo siguiendo…
3 comentarios:
Que texto intenso!!! Para disfrutarlo despacio, para deleitarse con esas ganas de encontrar aunque todo parezca perdido. Ya te van a tocar el hombro, sólo es cuestión de desnudarlo un poco a ver que pasa... jaja!!
Maxi !Qué bien verte por acá!
Amiguitoooooooooooooooooooo
Lo del hombro no lo había pensado...Es mala señal ¿no? Ja
así me gustas, así de intensa, así
bs
s
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