La pluma en la frente *
Espero que sepas lo que te está dedicado.
Espero que entiendas que hay palabras que intentan curar.
Espero que entiendas que hay palabras que intentan curar.
La mañana siempre se impone. Esa luz. Las mañanas son las mismas y siempre diferentes como lo que siento. Hay cosas que preferiría que fueran diferentes al despertar, pero ese pensamiento está alojado como telón de fondo casi la mayoría del tiempo. Me levanto y me ocupo de lo que me tengo que ocupar. Tenés que entender que estás ahí ¿Qué duda cabe de que te registro después de todo este tiempo? Te lo expliqué miles de veces cuando no estoy como ahora: durmiendo aunque parezca en vigilia plena. Todo suma, nada suma. Puedo ver la diferencia entre el vaso medio vacío y medio lleno… ¿puedo, no?
Todo está ahí, todo en primer plano por momentos. Algo molesto siempre se adelanta sólo porque busca una solución que aparentemente no tengo y porque todo lo demás no tiene que ser movido de momento simplemente porque está bien donde y como está.
La molestia me cierra, sobre la frente siento el cosquilleo de la pluma, una vez más soy ese bebé que busca a dónde está el lugar al cuál dirigir la mano para aliviar la molesta sensación que me produce algo que se percibe como venido desde afuera de mí cuerpo (?).
Sonrío igual, los demás en el fondo, no tiene la culpa. Conozco los tipos de plumas por que ya no soy aquel bebé, se de plumas de pato, de plumas de ganso, de plumas de cisne y hay hasta plumas de cisnes negros y cisnes blancos. Alguien puede decir que si uno no puede verse la frente (o la espalda) podría no bien percibir colores pero la experiencia tiene esas cosas y los años no pasan en vano. A veces creo que lo único válido es saber que son cosquillas y a la mierda con diferenciar el tipo de pluma, de última ¿qué importa? La cosa es la molestia ¿no? Quizás la experiencia solo resida, con el tiempo, en diferenciar cosquillas de otra cosa y olvidarse de las plumas o cualquier causa que cause molestias que den ganas de rascarse con ganas, muchas ganas. Rascarse es el principio del placer y a eso tiende todo.
La otra opción es aprender a aguantarse los molestos reconcomios y la experiencia también reside en eso. No tengo en claro por qué algunos toman un camino y otros otro; por qué algunos aprenden a rascarse mejor y otros a ignorar la picazón. Tal vez sea el aprendizaje que esta a la mano, eso de que se hace lo que se puede con los recursos con los que se cuenta.
Hay días en que la felicidad reside en que alguien rasque por uno las zonas a las cuales las manos no llegan a acceder, a veces reside en que alguien te diga como rascarse particularmente es esta ocasión, a veces hay un particular placer en a prender como rascarse con algo, contra algo, con algo… aprender que esa pared inerte que no decía nada sirve perfectamente para rascar por uno esos lugares a los que uno no tiene acceso directo.
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*De uno de los estadios del aprendizaje del infante, se dice que se compara con entender que algo les molesta pero todavía no distinguen de dónde viene, ni de que se trata ni como solucionarlo. Se lo compara con un bebé que tiene una pluma sobre su frente y no sabe exactamente que sucede, hasta el momento solo sabe que siente una molestia, que le pica, le hace cosquillas, pero todavía no tiene una noción de su cuerpo como para distinguir su frente, su espalda o su mano. Su reacción natural es quejarse y llorar, la única forma que conoce de momento para encontrar la solución a todo: su madre que aprendió a interpretar ese lenguaje que aún no forma.
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